sábado, 8 de junio de 2019

Pentecostés. Ciclo C

        
         
En Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, y se piensa que también sobre María Santísima, empieza estructuralmente la Iglesia. El magisterio de la Iglesia, a lo largo de su Historia, fue concretando con estudios bíblicos y teológicos de la Revelación los actos en los que viene el Espíritu Santo a la Iglesia. Se pueden reducir a cuatro: Pentecostés bíblico, Pentecostés sacramental y Pentecostés teológico.

Pentecostés bíblico

El libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,1-6) nos cuenta este hecho histórico con estas palabras: “Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban”, que podría ser el Cenáculo o una casa de alguno de los discípulos. “Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
            Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos  de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados porque cada uno los oía hablar  en su propio idioma”.
Este acontecimiento no es una alegoría o representación literaria que los primeros cristianos compusieron para significar  ideas abstractas religiosas o místicas, como piensan los racionalistas, sino una realidad sobrenatural histórica, causada por el Espíritu Santo para inaugurar el principio de la Iglesia Católica.

Pentecostés eclesial

La Iglesia  ha recibido del Espíritu Santo la facultad de santificar el Cuerpo Místico de Cristo, hecho que ha estudiado  con argumentos bíblicos y teológicos fundados en la Revelación; y ha determinado los actos en los que  el Espíritu Santo viene a la Iglesia; y enseña que es Pentecostés eclesial cuando la Iglesia  convoca oficialmente actos importantes, como concilios, sínodos, reuniones pastorales y espirituales, asambleas. Estos acontecimientos, deben estar presididos y dirigidos por la jerarquía de la Iglesia.  También el Espíritu Santo desciende en encíclicas, escritas por el Papa.

Pentecostés sacramental

En la celebración de los siete sacramentos viene el Espíritu Santo en los que los administran y en los que los reciben con las debidas disposiciones. Cuando una persona recibe el sacramento del bautismo, el Espíritu Santo baña todo el ser del alma y la convierte en un complejo sobrenatural de gracia, virtudes y dones especiales del Espíritu Santo; y entonces es Pentecostés bautismal. El bautismo es un endiosamiento de la persona humana.
Cuando persevera con perfección progresiva en la vida cristiana, y un cristiano recibe el sacramento de la confirmación, llamado también sacramento el Espíritu Santo, recibe en plenitud la fortaleza de la fe, para vivirla, defenderla, y en algunos casos hasta para dar la vida  por Jesucristo, si fuera preciso; y entonces es Pentecostés del Espíritu Santo.
 Cuando un pecador pide perdón a Dios en el sacramento de la Penitencia recibe la absolución trinitaria en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y se celebra el Pentecostés del perdón.
 Cuando el cristiano recibe la Eucaristía, el Espíritu Santo establece su trono en el alma para vivir con Dios en comunidad trinitaria, y entonces es Pentecostés eucarístico
Cuando un bautizado y confirmado recibe en estado de gracia los sacramentos hasta el fin de su vida, y recibe el sacramento de la Unción de enfermos, consigue el pasaporte  para entrar en el Reino de los Cielos.  
Cuando  un cristiano  recibe el sacramento del Orden sacerdotal,  se cristifica por la fuerza del Espíritu Santo para ser otro Cristo en la tierra predicar la Palabra de Dios, celebrar los sacramentos, dirigir espiritualmente a los cristianos y comunidades cristianas.
Y, por fin, cuando un hombre y una mujer  se aman cristianamente, y quieren unirse sacramentalmente en matrimonio católico para propagar la especie humana y ayudarse mutuamente, para la generación y educación de la prole  es Pentecostés matrimonial
    
Pentecostés teológico

El cristiano en virtud del bautismo está capacitado para que toda su vida sea Pentecostés, haciendo que sus pensamientos, deseos, palabras y obras estén unidos al Espíritu Santo; y, sobre todo, cuando hace oración, realiza cualquier obra buena de la vida ordinaria, caritativa, apostólica en estado de gracia, el Espíritu Santo actúa en el alma y desde el alma es Pentecostés teológico.

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