sábado, 17 de agosto de 2013

            Domingo vigésimo
            Tiempo ordinario, ciclo c


            “¿Pensáis que he venido a traer al mundo la paz?  No, sino división”.
           
            Este pensamiento tan profundo del evangelista San Lucas debe explicarse para ser bien entendido, porque tiene un sentido místico. ¿No es Cristo, el Amor increado, perfecto y eterno, Rey de la Paz, que, siendo Dios, se rebajó de su dignidad divina y se hizo hombre  para que los hombres se reconciliaran con Dios? ¿Cómo se entiende que San Lucas diga que Jesús no ha venido al mundo a traer la paz sino la división? ¿Cómo se coordina esta frase con el hecho  de la vida, excepcional, única, pasión horripilante con dolores extremos de Jesús, que no se pueden imaginar, muerte inhumana  y resurrección gloriosa, conceptos que no caben dentro de las capacidades intelectuales del hombre? ¿No canta la Iglesia en la santa misa el himno de la paz: gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que ama al Señor? Entonces ¿por qué San Lucas afirma  que Jesús dijo que ha venido al mundo no a traer la paz sino la división en contra de la doctrina de la Iglesia?
            La solución está en saber distinguir la intención de Jesús al pronunciar estas palabras, porque hay  dos verbos causar y ocasionar que muchas veces se utilizan con el mismo o parecido significado.
Jesús, que es Dios, por ser sabio y santo no puede causar la división, que es un mal. Todo lo que Jesús hizo durante toda su vida fue el bien, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, ocasionó, sin querer, en sus enemigos el odio, su pasión y muerte que en su última instancia fue la Redención. Pensando teológicamente el bien debería causar siempre el bien, pero como el hombre está corrompido por el pecado, ocasiona o causa en los hombres el mal, que en definitiva resulta siempre un bien, por aquello que dice la teología popular: “no hay mal que por bien no venga”. La teología católica enseña que el bien y el mal tienen su providencia divina de bien. Gracias al mal que hay en el mundo han existido, existen  y existrán muchos buenos cristianos, santos sin cuento, y multitud de mártires en la Iglesia. Los que seguimos a Cristo producimos en las familias separación o división en sus miembros: “tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el  padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”. Jesús ha venido al mundo a traer la paz a todos los hombres, pero muchos arman la guerra por ignorancia, confusión o malicia, pero el mal en su desenlace final resulta un bien universal.   










No hay comentarios:

Publicar un comentario