sábado, 12 de enero de 2019

Bautismo del Señor. Ciclo C

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

                    
         Bautismo de Jesús

Cuando Jesús terminó la primera etapa redentora  de su vida oculta, se despidió de su Madre y se dirigió al Jordán para ser bautizado por Juan con el fin de continuar y completar la Redención.
La palabra bautismo, de origen griego, en sentido  religioso  significa acción de lavado o purificación. No era un acto religioso exclusivamente judío, pues en los pueblos paganos de la antigüedad se celebraba, de diversas maneras, en muchas religiones politeístas. Los egipcios se bautizaban en las aguas del río Nilo, los babilonios en las del Eúfratres y los indios en las del Ganges. En algunos lugares el bautismo consistía en sacrificar víctimas humanas, ofrecidas a los dioses. Cuenta Papini en su vida de Jesús  que en Curio de Chipre, en Terracina, Marsella, en tiempos históricos indefinidos se arrojaba todos los años un hombre al mar, para que mediante el sacrificio expiatorio de su bautismo de agua el pueblo quedara purificado de sus pecados.

Bautismo en el Antiguo Testamento

El bautismo judío en el Antiguo Testamento consistía en un rito de ablución corporal, símbolo de limpieza interior o purificación de impurezas legales. Los judíos lo recibían después de escuchar la Palabra de Dios, y con el bautismo se comprometían a cumplir la Ley y se incorporaban al pueblo de Israel. Los bautizados que sentían una vocación especial para dedicarse al apostolado profético cursaban estudios bíblicos.

Bautismo de Jesús

El bautismo que Jesús  recibió fue un hecho real de visión sobrenatural, y no una alegoría contada poéticamente por autores de los primeros siglos del cristianismo con cierto simbolismo místico, como dicen algunos intérpretes  racionalistas.
Los evangelistas sinópticos solamente narran el bautismo de Jesús en el río Jordán con dos particularidades especiales: el rechazo de Juan para bautizar a Jesús y la revelación oficial del misterio de la Santísima Trinidad. 
No se sabe dónde sucedió este gran acontecimiento. Una antiquísima tradición que data del año 333 señala el lugar a unos doce kilómetros de Beisán, cerca de la desembocadura del Jordán en el Mar Muerto, junto al convento griego de San Juan Bautista.
Según se deduce del Evangelio de San Lucas (Lc 3,21), Jesús fue bautizado en una celebración comunitaria. Pudo suceder como yo imagino:
Los judíos que se iban a bautizar se situaban en fila india esperando su turno. El bautismo se solía administrar  por inmersión en el agua o por el baño de la cabeza y gran parte del cuerpo hasta la cintura. En una de las celebraciones comunitarias Jesús, de figura esbelta y elegante, que destacaba sobre los demás judíos devotos, se colocó en fila con porte exterior de profundo recogimiento, esperando su turno. Vestía  una túnica blanca de lino, que llegaba hasta los pies, sujeta a la cintura con un cíngulo. Tenía los pies desnudos, calzados con unas sandalias de tirillas de cuero atadas con hebillas. Un manto, de color granate, cubría desde sus hombros todo el cuerpo por la espalda, y se prolongaba hasta los talones de manera que los extremos caían por ambos lados con  picos desiguales. Cuando a Jesús le tocó su vez, se despojó de las vestiduras necesarias para recibir el bautismo simple, no por inmersión. Cuando Juan iba a bautizarlo clavó la mirada en sus ojos y sintió la corazonada de encontrarse en la presencia del Mesías. Entonces se resistió a bautizar a Jesús y le dijo: “¿Tú acudes a mí? Si soy yo quien necesito que tú me bautices”. Jesús le contestó: “Déjalo ya, que así es como nos toca a nosotros cumplir todo lo que Dios quiera” (Mt 3,14-15)Entonces Juan obediente a Jesús lo bautizó. En el momento en que el agua regaba la cabeza y parte de su cuerpo, el cielo se  rompió en dos mitades, como si fuera el telón de un escenario que se abre, y un rayo de luz celeste, muy potente, enfocó toda la Persona  de Jesús, quedando la Naturaleza en penumbra; y del espacio luminoso descendió una blanca paloma en ágil y rápido vuelo que se posó por encima de la cabeza de Jesús, sin tocarla, quedando en posición estática. Se hizo un impresionante y majestuoso silencio, y en medio de un ambiente sobrecogedor se dejó oír una voz sonora que decía: “Tú eres mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto” (Mc 1,11), haciendo eco al chocar contra las montañas,
Todos los que estaban presentes en el río clavaron sus ojos en la Persona  de Jesús, y lo vieron rodeado en un círculo luminoso, como si desde el espacio un foco lo iluminara. Y todos quedaron ofuscados por la visión y con el corazón reventando de un gozo interior indescriptible.
La interpretación común de los Santos Padres y la Tradición entienden que en esta escena se reveló el misterio de la Santísima Trinidad, no conocido en el Antiguo Testamento. La primera Persona del Padre estaba simbolizada en la voz que hablaba; la segunda, la del Hijo, Jesús que se estaba bautizando; y la tercera, el Espíritu Santo en la paloma misteriosa de naturaleza desconocida de belleza sin igual. 
 La Iglesia resume perfectamente el significado del bautismo de Jesús con estas palabras: “El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente... y es anticipo del bautismo de su muerte sangrienta” (Cat 536).

            ¿Por qué fue bautizado Jesús?

No se puede admitir católicamente la teoría de los ebionitas y adopcionitas del siglo II que afirmaban que “Jesús fue un pecador, como cualquier hombre, que se purificó y “divinizó” al ser adoptado por Dios en el bautismo.  También es rechazable la opinión de aquellos herejes que ven en el bautismo de Jesús solamente un signo de conversión de pecador. Estas suposiciones son contrarias a la fe católica, pues Jesús, como Dios no pecó ni pudo pecar.
La doctrina común de la Iglesia  es que el bautismo de Jesús fue un rito ejemplar de perfección, necesario a los ojos de los judíos para poder ejercer el oficio de profeta en Israel;  un símbolo del bautismo de sangre que Él iba a recibir con su muerte en la cruz; un signo del bautismo sacramental que Jesús instituiría en su momento; y el acto misterioso de comunicar al agua la virtualidad de servir de instrumento para borrar el pecado de origen y personal del hombre.  Así lo expresa la Iglesia Católica en el prefacio de la liturgia del martirio de San Juan Bautista: “Él bautizó en el Jordán al Autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres.

Bautismo, sacramento instituido por Jesucristo

El bautismo instituido por Jesucristo no es: una costumbre religiosa, familiar, local o social; un requisito esencial para poder pertenecer a la Iglesia; ni mucho menos una acción sagrada instituida por la Iglesia para poder ejercer en ella ciertos actos religiosos o  apostólicos.
Es un sacramento instituido por Jesucristo: una generación sobrenatural por la que el hombre, nacido de Adán con el pecado original, recibe la misma vida sobrenatural de Dios por el baño del agua y de la palabra de vida (Ef 5,26);  una participación de la naturaleza divina (1P 1,4) por la que el hombre se hace verdaderamente hijo de Dios (Rm, 8,15; Ga 4,5). El cristiano nace dos veces: a la vida natural por la generación de sus padres por la que es engendrado hombre; y a la vida sobrenatural por la gracia del bautismo por el que es engendrado hijo de Dios. El bautizado tiene, por consecuencia, dos naturalezas: una humana, engendrada de la carne, y otra divina, engendrada del Espíritu Santo por el agua y la palabra.  

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