sábado, 6 de julio de 2019

Décimo cuarto domingo. Tiempo ordinario. Ciclo C

“La paz y la misericordia  de Dios vengan sobre todos”

En la segunda lectura de la liturgia de la Palabra  de Dios en este domingo, el apóstol San Pablo escribiendo a los Gálatas les dice que la paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos. ¿Cómo se puede conseguir la paz en un mundo lleno de males y pecados? Con la justicia y misericordia de Dios. Hagamos algunas reflexiones sobre estos temas.

1 Virtud de la paz
2 Males en el mundo
3 Pecados de los hombres
4 Justicia y misericordia de Dios

1 Virtud de la paz

En un sentido profundamente teológico, San Agustín dice que la paz es la tranquilidad en el orden. Cuando las cosas están como son y en el orden que tienen que estar, se produce un ambiente de paz. Cuando en el hombre las cosas están debidamente ordenadas: subordinado el cuerpo al alma, la razón a la fe, la voluntad humana a la voluntad de Dios existe la paz en el alma, pase lo que pase, pese a quien pese,  y cueste lo que cueste, aunque haya males en el mundo. La paz es la santidad, el orden y subordinación de todas las cosas a Dios. 

2 Males del mundo

En la Historia humana observamos que en el mundo del pasado ha habido siempre muchos males físicos en la naturaleza: inundaciones, volcanes, terremotos, incendios, desgracias humanas, enfermedades, dolores horribles; males espirituales, psicológicos, psíquicos, males morales crímenes espeluznantes, inconcebibles, inhumanos, inevitables que claman a gritos al Cielo; los hay ahora también en el mundo del presente y los habrá siempre en el del futuro hasta el fin del mundo. Y lo que es humanamente inconcebible es que muchos vienen de la libre voluntad de Dios, que es bueno, Creador y Padre de todos los hombres. ¿Cómo se concilia la bondad de Dios con los males que hay en el mundo?
La causa fundamental teológica del mal nos dice la fe que es el misterio del pecado original,  que causó todos lo males del mundo con el fin del bien de la Redención, el misterio pascual: la Encarnación del Hijo de Dios, hecho hombre, para que el hombre se haga “dios”, pues no hay mal que por bien no venga. Los males que Dios quiere no son males intrínsecamente malos en sí mismos, sino medios humanos, aparentemente malos, para bienes supremos  y eternos que sólo Dios conoce.

3 Pecados de los hombres

Los pecados son los únicos y mayores males morales que existen en el mundo, pero no todos son ofensas a Dios, pues hay muchas causas eximentes de responsabilidad moral: ignorancias, pasiones, temores, miedos, violencias, anomalías psíquicas  y otras muchas causas. Para que el hombre peque y ofenda a Dios tiene que ser consciente y libre del mal que hace, cosa que sólo Dios sabe en su infinita sabiduría misericordiosa. Hay muchos males en el hombre que no son pecados, sino actos de hombre, no actos humanos; y muchos, por graves que parezcan, y al observarlos rompan el discurso de la razón y dejen el corazón hecho trizas, no ofenden a Dios ni merecen el infierno. Sólo la eterna sabiduría de Dios, hermanada con su infinita misericordia sabe quién peca y merece el infierno con sus pecados. Esto no quiere decir que no hay pecados graves y leves,  porque es la justicia misericordiosa de Dios quien los juzga.

4 Justicia y misericordia de Dios

Dios es el Ser eterno, el que es infinitamente perfecto amando siempre.  Es Uno en esencia y Trino en personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, una realidad sobrenatural que el hombre concibe en perfecciones humanas o atributos, cuyo significado no se pueden aplicar de la misma manera a Dios que a los hombres. Son muchos los atributos con los que conocemos a Dios con limitaciones,  y de modo imperfecto y analógico. Su existencia es el principal atributo, pues el que es siempre forzosamente tiene que ser lo mejor. En relación de los hombres destacamos dos atributos: justicia y misericordia.
La justicia es la virtud por la que Dios juzga las obras de cada hombre sin equivocación posible, porque es infinitamente sabio, sabe lo que hace y metafísicamente no se puede equivocar. La misericordia es otra virtud tan perfecta como la justicia. Cuando se dice que la justicia de Dios es infinitamente misericordiosa no quiere decir que es más justo que misericordioso, ni más misericordioso que justo, sino tan justo como misericordioso, pues Dos tiene todas las perfecciones  por igual en grado infinito, y entre ellas no existen distinción real sino de razón. Tenemos que amar tanto la justicia de Dios como su misericordia, porque Dios es una sola cosa: Amor, que es gracia, paz, justicia y misericordia.
Confía en Dios, aunque hayas pecado, vive convertido y no le temas, porque su justicia es paz, misericordiosa de Padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario