Ayer celebrábamos la solemnidad
de todos los santos: santos de la Iglesia Católica, santos de la Iglesia
Cristiana, santos de distintas religiones y santos, también, del misterio
infinito de la misericordia de Dios. Es decir, celebrábamos la fiesta de todos
aquellos, hombres y mujeres, de todos los tiempos, que consiguieron el Reino de
los Cielos, que ven, gozan y poseen a Dios eternamente. Porque, en realidad,
los santos en un sentido universal son aquéllos que están en el Reino de los
Cielos, repito, y, sobre todo, son aquéllos que merecieron el premio de Dios por
muchos caminos y de muchas maneras.
Hoy es una fiesta distinta, es la fiesta de todos los santos de la esperanza, que están en el Purgatorio en estado gozoso de purificación, sabiendo que van a conseguir el Reino de los Cielos. Son santos de distinta manera: los santos del Cielo, santos en plena posesión de Dios eternamente y santos del Purgatorio, santos de la esperanza.
¿Quiénes son los fieles difuntos?
Según se desprende de la
doctrina de la Iglesia, principalmente del decreto Lumen Gentium, existen
cuatro clases de fieles difuntos:
- Fieles difuntos o santos por
la vía oficial de la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo, a la que por la
gracia de Dios nosotros pertenecemos, la cual con su doctrina nos enseña el
camino del Cielo.
-
Fieles difuntos o santos por la vía cristiana de la fe que tienen aquellos
hombres y mujeres que profesan convencidos la verdad que conocen, como son por
ejemplo, los cristianos separados de la Iglesia Católica.
- Fieles difuntos o santos por la vía de la buena voluntad de los cristianos que pertenecen a distintas religiones, y viven sin dudar su fe religiosa, como verdadera en su corazón.
-Y Fieles difuntos o santos por la vía de la recta conciencia del bien obrar, como son los millones de hombres, que buscan a Dios con sincero corazón, y no lo encuentran o lo confunden inculpablemente
Por consiguiente, según se
desprende de la doctrina de la Iglesia, repito para recalcar ideas: son fieles
difuntos, no solamente los que pertenecieron a la Iglesia Católica y murieron
en gracia de Jesucristo, y están en el Purgatorio esperando el Reino de los
Cielos que tienen ya conseguido, sino todos los hombres y mujeres que se salvan
por su fe y por su infinita misericordia de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro
Señor, que murió en la cruz para salvar a todos los hombres. Estos hermanos
nuestros, que murieron en su propia fe, pertenecían al alma de la Iglesia,
Cuerpo Místico, en el deseo o en el corazón, pues estaban equivocados
objetivamente por diversas causas históricas o personales, tal vez.
¿Cuántas religiones hay en el mundo? ¡Y cuántos mueren en su verdadera
fe subjetiva! También estos son para la Iglesia Católica no fieles difuntos en
el sentido católico, ni fieles difuntos en el sentido cristiano, sino fieles
difuntos en la religión que conocieron y abrazaron.
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