Cuando Jesús nuestro Señor vuelva, os presentéis
santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre”.
En el primer domingo de Adviento, ciclo C, en la segunda lectura del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses se nos manda pedir al Señor que “nos colme y nos haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, y nos fortalezca internamente, para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva, acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre” (1 Tes 3,12).
Con estas palabras la Iglesia nos invita a vivir el
adviento santamente con amor mutuo y fortaleza espiritual para presentarnos
santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre en el tiempo de Adviento y
durante toda la vida para celebrar la Navidad litúrgica y la eterna en el Cielo.
En este documento voy a tratar sucintamente el
tema del Adviento en cinco consideraciones: Adviento en
sentido profano, origen del adviento, adviento del Antiguo Testamento y del Nuevo
Testamento, Adviento litúrgico y distintos advientos cristianos
Adviento
en sentido profano
La palabra
adviento proviene de la palabra latina adventus que significa venida o llegada.
Es el tiempo de espera de la llegada de una persona o de un acontecimiento.
En la época romana del tiempo de Jesucristo, el
adviento era un tiempo de preparación para la venida de un Emperador o de un
personaje importante, durante el cual se hacían muchas obras y reformas: se
construían caminos, se allanaban baches en las carreteras para preparar el paso
por donde tenían que pasar los ilustres visitantes esperados, y se programaban
diversos actos para celebrar el solemne acontecimiento.
En los tiempos inmediatos a la venida del Mesías,
Juan Bautista utilizó el estilo romano de adviento para anunciar la venida del
Mesías, el Señor, invitando al pueblo judío a prepararse a este acontecimiento
mediante la conversión: “Allanad el camino del Señor, como dijo el
profeta Isaías, convertíos y preparad el camino para la venida del Señor, el
Mesías” (Mt 3,1-2; 4,17; 10,7).
Origen del adviento
cristiano
El origen del
Adviento es casi desconocido en la historia de la liturgia de la Iglesia.
Parece que desde finales del siglo IV y durante el siglo V en España y Francia
los cristianos empezaron a celebrar el tiempo de adviento con una intensa vida
de oración y penitencia. En Francia, por normativa del Concilio de Tours, los
monjes se preparaban para la Navidad ayunando todos los días del mes de
Diciembre, intensificando su vida de piedad y penitencia. Los clérigos, y
probablemente bastantes fieles ayunaban y cantaban el oficio divino tres días
por semana: lunes, miércoles y viernes, desde el 11 de Noviembre, fiesta de San
Martín, hasta Navidad. Con el decurso del tiempo el adviento revistió un
carácter tan oracional y penitente que llegó a considerarse como una segunda
cuaresma; y se celebraba en un tono gozoso, lleno de esperanza inefable ante la
venida litúrgica de la Navidad con proyección escatológica. El tiempo del
adviento en concreto fue muy variado, duraba desde cinco a seis semanas. Pero
durante el pontificado de S. Gregorio Magno, el año 604, el adviento quedó
definido en cuatro semanas o domingos, tal como se celebra hoy, aunque la
liturgia de la Palabra varió mucho en el paso de los siglos.
La Historia de la Iglesia se puede conceptuar en dos advientos distintos: el adviento del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento.
Adviento del Antiguo Testamento
Adviento del Nuevo Testamento
¿Cuándo y cómo aparecerá Jesús?
En el prefacio tercero de
Adviento se nos anuncia, de manera genérica, la venida de Jesús con estas
palabras: “Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá,
revestido de poder y gloria, sobre las nubes del Cielo. En aquel día terrible y
glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la nueva
tierra”. Entonces Cristo Rey juzgará a todos los hombres y consumará el
misterio de la redención humana, entregando al Padre un reino eterno y
universal. (Cat 2816-2821).
Los cristianos del siglo I creyeron firmemente que la segunda venida del Señor iba a ser un acontecimiento inminente, como aparece claramente en la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (2 Ts 2,1-3). Pero “el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del Cielo ni el Hijo del hombre, sólo el Padre” (Mc 13,32).
Adviento litúrgico
La Iglesia celebra el Adviento litúrgico en cuatro semanas antes de Navidad con perspectiva personal de la venida del Señor a la hora de la muerte de cada hombre con sentido escatológico del fin de los tiempos.
La Iglesia pide la venida gozosa y esperanzadora del
Señor en su Reino en la celebración de la Eucaristía, después de la
consagración del pan y del vino, cuando el celebrante anuncia al pueblo: Este
es el sacramento de nuestra fe; y el pueblo responde: “Anunciamos
tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor, Jesús! Y los
cristianos también pedimos la venida del Reino cuando rezamos el
padrenuestro: “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo”.
Cuando las realidades de este mundo terminen, y toda
la creación haya sido renovada, ya no habrá adviento, porque todo
será Navidad eterna, visión y gozo de Dios con plenitud de felicidad
totalmente desconocida humanamente, que satisfará en plenitud las aspiraciones
inimaginables del ser humano
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