Creemos en un solo Dios, no
varios, y en Él tres Personas Divinas, y cada una de ellas posee la esencia
divina que es numéricamente la misma. Las Personas divinas son el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo. Las tres son realmente distintas, y no tres dioses.
No se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente
Dios: El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el
Padre y el Hijo son lo mismo que el Espíritu Santo, es decir un solo Dios por
naturaleza. Cada una de las tres personas tiene la misma sustancia o naturaleza
divina (Cat 253).
Las personas divinas son
realmente distintas entre sí.
Dios es único pero no solitario.
Padre, Hijo, Espíritu Santo no son simplemente nombres que designan modalidades
del ser divino, pues son realmente distintos entre sí. El que es el Hijo, no es
el Padre, y el que es el Padre, no es el Hijo, ni el Espíritu Santo. Son
distintos entre sí por sus relaciones de origen: El Padre es quien engendra, el
Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien procede (Cat 254).
Toda la economía divina es
obra común de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que
tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola misma operación.
Todas las operaciones divinas ad extra son comunes a las tres divinas personas,
pero al Padre se le atribuye la Creación, al Hijo la Redención y al Espíritu
Santo la santificación, pero las tres personas son creadores, redentores y
santificadores, porque tienen la misma naturaleza divina.
El concepto que el hombre tiene sobre
Dios, naturaleza divina y persona divina es múltiple, y no se puede comparar
con el concepto de persona humana, naturaleza humana y naturaleza de las cosas.
El misterio de la Santísima
Trinidad, que es imposible conocer humanamente, se sabe, se cree y se vive por
la fe o contemplación mística con oración y acción de obras buenas y santas con
la esperanza de que algún día podamos ver y comprender el misterio, tal como
es, en el Cielo.
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