sábado, 15 de junio de 2013

            DOMINGO UNDECIMO
TIEMPO ORDINARIO CICLO C

            JESÚS Y LA MUJER PECADORA  Lc 7, 36-48).                                    
                              
1 Extraña invitación de Simón a Jesús a comer  en su casa
2 ¿Quién era esa mujer?
3 Parábola de los dos deudores
4 ¿Quién es más pecador a los ojos de Dios?
 
1 Extraña invitación de Simón a Jesús a comer en su casa
Es curioso constatar en esta escena dos cosas: la actitud de Jesús de aceptar la invitación de Simón,  fariseo, a comer a su casa, en la que había otros comensales de diversa índole social, moral y religiosa; y el hecho de que una mujer pecadora pública tuviera fácil acceso en la casa de Simón, comportamiento extraño que hace imaginar muchas cosas. ¿Por qué Jesús aceptó la invitación a comer? La razón principal fue, sin duda, para perdonar a una mujer pecadora pública sus pecados y enseñar la lección del perdón evangélico, que luego instituiría como sacramento.
     
2 ¿Quién era esa mujer?
No lo sabemos. Entre los comentaristas del Evangelio hay tres opiniones diferentes. Para unos era María, hermana de Lázaro, la cual en un banquete celebrado en Betania en casa de Simón, el leproso, tomó una libra de perfume de nardo legítimo, de gran precio, y ungió los pies de Jesús, enjugándolo luego con sus cabellos con el escándalo farisaico de Judas (Jn 12,1-6). El relato de esta escena coincide sustancialmente con el que ahora estoy comentando. Pero es improbable que esta mujer fuera María, joven profundamente religiosa y fiel cumplidora de la ley mosaica, de admirable reputación moral pública, como toda su familia, socialmente distinguida.
Otros identifican esa mujer con María Magdalena, de la que Jesús expulsó siete demonios (Lc 8,2), mujer muy apreciada por Jesús y personaje destacado del Evangelio. 
Lo más probable es que esa mujer era una prostituta pública, una profesional del sexo, arrepentida de sus pecados.

3 Parábola de los dos deudores
Jesús propuso a Simón, el fariseo, que maquinaba en su interior malos pensamientos, la parábola de dos deudores a quienes un prestamista les perdonó su propia deuda respectivamente, porque ninguno de los dos tenía con qué pagarla. Y luego le preguntó:
¿Quién de los dos  ama más al prestamista?
Respondió Simón:
Supongo que aquel a quien más le perdonó”.
Entonces Jesús le reprochó su mal comportamiento al recibirle en su casa: omitiendo las costumbres judías, no facilitarle agua para el lavado de pies, no darle el ósculo de paz de bienvenida.  En cambio, siguió diciendo Jesús: esta mujer ha bañado mis pies con lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos, no ha dejado de besar mis pies y los ha ungido con perfume. Por lo cual, te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. Y luego, dirigiéndose a la mujer pecadora,  que estaba sorprendida de las palabras de Jesús, le dijo:
 “Quedan perdonados tus pecados” (Lc 7,47-48). 
En consecuencia, a esta mujer la amó mucho porque le perdonó sus muchos pecados.

En el Antiguo Testamento el perdón de los pecados era una exclusiva de Dios. Esa potestad la ejerció Jesús, como Dios en el Nuevo Testamento, la delegó a los sacerdotes en la Iglesia para que perdonasen los pecados en la persona de Cristo. Gran misterio es el sacramento del Perdón, en el que el sacerdote perdona las ofensas que el hombre hace a Dios, Padre, pues lo lógico es que el hombre perdone las ofensas que a él le hagan. Jesús perdona los pecados al pecador en relación al amor que tiene a Dios, pues nos dice el Evangelio que los muchos pecados de la mujer pecadora fueron perdonados, porque amó mucho a Dios. El pecado arrepentido, confesado y perdonado por Dios, es acto sobrenatural en el que se demuestra más el amor de Dios al hombre pecador que cuando regala bienes al justo. Perdonar es regalar amor a quien no lo merece y ha ofendido a Dios.  

4 ¿Quién es más pecador a los ojos de Dios? Solamente Dios lo sabe.
Es una verdad teológica con fundamento dogmático que el pecado existe y es una ofensa a Dios, grave o leve, según sea la materia de la ley quebrantada, teniendo en cuenta los factores del pecado y del pecador y sus circunstancias, que sólo puede evaluar el juicio de la infinita misericordia de Dios Padre.  
El hombre peca cuando comete actos morales contrarios a la Ley de Dios sabiendo y queriendo libremente ofender a Dios. No se puede aplicar la ley moral de manera general a todos los pecadores de igual manera, pues cada pecado es un acto personal, distinto en cada hombre o mujer. ¿Cómo será cada pecado a los ojos de Dios, rico en misericordia y Padre de cada hijo?  Estoy convencido de que cuando el hombre llegue al otro mundo todo va a ser  una sorpresa. Las cosas se verán en la esencia divina con clarividencia, y todos los pecados de los hombres serán contemplados con infinita justicia misericordiosamente divina. 




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