“La Palabra se
hizo carne y hemos contemplado su gloria” (Jn 1.14).
Dios se hizo
hombre para que el hombre se hiciera “dios”
El Hijo de Dios, sin dejar de ser Él mismo, se humilló hasta tal extremo que se rebajó de su dignidad divina y se hizo hombre, asumiendo la naturaleza humana de Santa María Virgen por obra y gracia del Espíritu San. Nació como hombre, vivió como hombre en todo, menos en el pecado, padeció los dolores más grandes que se pueden imaginar, murió en la cruz, y al tercer día resucitó para que el hombre naciera a la vida de la gracia, viviera siempre en gracia, muriera en gracia y resucitara en gracia, para ser con Cristo resucitado feliz eternamente en el Cielo.
En la liturgia de la Navidad de hoy conmemoramos el
acontecimiento singular del nacimiento de Jesús, eje alrededor del cual gira
toda la Historia y principio de la salvación de los hombres. La Navidad no es un
tiempo mundano dedicado a la diversión, comilonas, bebidas y
juergas, como para los paganos o no cristianos, sino es
una fiesta eminentemente religiosa: el acontecimiento del nacimiento del
Salvador, el Mesías, el Señor. Sin embargo, todo el mundo celebra y felicita la
Navidad en todos los sentidos: religioso, humano, familiar, comercial, político
y mundano, y no cualquier otra fiesta humana.
El apóstol San
Pablo en la segunda lectura de la liturgia de la Navidad, escrita a Tito, nos
dice cómo tenemos que celebrar la Navidad: renunciar al pecado,
libres del mal moral, en estado de gracia, y llevar una vida sobria,
moderada en la celebración, sin excesos en comidas y vino, honrada,
dentro de la justicia y religiosa en el ejercicio
de la oración, virtudes y santas obras, en el culto a Dios y
servicio a los hombres, y llena de gracia (Tit
2,11-14), haciendo que toda nuestra vida sea siempre navidad de
amor y felicidad.
La Navidad o
nacimiento de Cristo es el comienzo del misterio pascual que comprende su vida
oculta de oración, silencio y trabajo en obediencia; su vida
pública de predicación del Evangelio y realización de milagros; y
su vida de pasión, muerte, resurrección y ascensión a los
Cielos. Son las fases que un cristiano tiene que vivir para que en su
vida siempre sea NAVIDAD.
Para los cristianos siempre
es Navidad, no solamente la Navidad litúrgica, el
día en que conmemoramos el nacimiento de Jesús, sino cuando
celebramos:
- La Navidad de nuestro nacimiento: el paso de no ser a ser persona humana, la criatura más perfecta de la Creación terrestre: imagen y semejanza de Dios.
- La Navidad del bautismo en el que nacimos a la vida sobrenatural para formar parte de la Familia Divina.
- La Navidad
eucarística porque en la
Eucaristía nace el mismo Cristo resucitado y glorioso del Cielo, que
se hace realmente presente bajo las especies de pan y vino en las manos del
sacerdote en la cuna del altar.
- La Navidad sacramental, pues en cada sacramento nace la gracia de Jesucristo en el alma, si se recibe con las debidas disposiciones.
- La Navidad oracional para quien se pone en contacto con Dios y recibe el nacimiento de la gracia.
- La Navidad caritativa en la que se ejerce la caridad con los pobres o se hace cualquier bien al prójimo.
- La Navidad teológica en aquellos que hacen que todos los actos de su vida estén hechos con Dios y por Dios: las alegrías y las penas, el trabajo y el descanso, las caídas y levantadas, los pasatiempos y diversiones, porque cuando se hace el bien es Navidad.
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