Quiero disipar una confusión que existe en el pueblo de Dios en relación con la fiesta de la Inmaculada que hoy celebramos, pues se confunde con la maternidad de Dios y con la virginidad perpetua de María Santísima. Estos dos misterios tienen relación con el de la Inmaculada Concepción, pero se diferencian, pues no son los mismos.
Por mucho tiempo en España se celebró en este día la Fiesta de la madre, no por institución de la Iglesia, sino por razones arbitrarias de comercio, en fechas próximas a la Navidad, muy oportunas para ganar dinero.
Hoy no celebramos el hecho de que María concibió en su seno a Jesús por obra y gracia del Espíritu Santo, la maternidad divina; ni tampoco hoy se celebra la virginidad de María.
Antiguamente se celebró en España durante mucho tiempo en esta fiesta el día de las Hijas de María, como símbolo de la pureza de María que debían imitar las jóvenes de aquellos tiempos. Y fue tan extendida esta devoción, principalmente en los pueblos de Castilla, que las niñas de familias cristianas se afiliaban a la institución de las Hijas de María, casi al mismo tiempo en que eran bautizadas.
En verdad que son tres misterios diferentes. Una cosa fue el hecho de que María concibió a su Hijo Jesús, por obra del Espíritu Santo, por lo que es Madre de Dios; otra el modo como concibió María a su Hijo, que fue virginalmente, y no por obra de varón; y otra muy diferente el hecho de que María, fue concebida dentro del seno de su madre, Santa Ana, sin pecado original o inmaculada, que significa en su etimología no manchada de pecado.
La maternidad divina es el fundamento de la Inmaculada concepción. Dios quiso que María estuviera limpia del pecado original y de todo pecado, porque de ella iba a ser concebido Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y por tanto iba a ser Madre de Dios y convenía que lo fuera virginalmente.
Preguntaba yo a los niños que asistieron a la misa de niños: A ver ¿Quién sabe decirme qué significa la fiesta de la Inmaculada Concepción? Y una niña chiquitina que estaba situada en la mitad de los bancos, se levantó y dijo: Llena de gracia. Efectivamente, Inmaculada quiere decir llena de gracia, de todas las virtudes y dones del Espíritu Santo en su total plenitud. Por tanto hoy es el día de la Santidad de María.
La Inmaculada puede concebirse bajo dos aspectos diferentes: En sentido negativo, no manchada de pecado, y en sentido positivo, llena de gracia en su plenitud, tanta cuanta es capaz de recibir una criatura para cumplir la misión para la que ha sido creada.
Simplemente porque Dios lo quiso, María fue concebida Inmaculada, es decir, sin pecado, porque como estaba destinada a ser Madre de Dios convenía no estuviera contaminada de pecado, cosa incompatible con Dios. Y como no tuvo pecado original, su cuerpo no se corrompió y subió en cuerpo y alma a los Cielos, sin morir o muriendo y resucitando, como Cristo, misterio que no fue definido en el dogma.
El misterio de la Inmaculada es el fundamento de los privilegios dogmáticos de María. Dios la creó Inmaculada para ser Madre de Dios; y porque Madre de Dios convino que fuera Madre por obra y gracia del Espíritu Santo, es decir, Madre Virgen. Y como Inmaculada, Madre de Dios Virgen, mereció el premio anticipado de su resurrección anticipada: Asunción en cuerpo y alma a los Cielos.
María, por ser Madre de Dios, es también Madre de la Iglesia o Madre de todos los hombres, incluso de aquellos que no la quieren reconocer por Madre. Es Madre de la divina gracia, como rezamos en la letanía del santo rosario.
Por consiguiente, al celebrar la fiesta de la Inmaculada, fiesta de la santidad de María, nosotros, sus hijos tenemos que tratar de imitarla en vivir en gracia en la que Ella fue constituida y en las virtudes.
Cada cual debe pedir a María la fuerza para vivir siempre en gracia, para no cometer jamás pecado mortal o para recuperar la gracia perdida en el sacramento de la Confesión y para imitar sus virtudes.
Este es el momento oportuno para pedir en concreto a la Inmaculada la virtud que más necesitamos. Para unos será la virtud de la pureza, porque tiene serias dificultades para mantenerse casto; para otros la paciencia, porque en las circunstancias en que vive o trabaja necesita el heroísmo para no estallar; para otros la virtud de la obediencia porque por su temperamento se rebela contra todo, o la virtud de la humildad, o la bondad, o...
Todos estamos llenos de miserias, de debilidades, de pecados. Acudamos a nuestra Madre para que llene el vacío de nuestra alma con su gracia y con sus virtudes, para que después de esta vida gocemos con Ella en el Cielo de la Resurrección, que es el fruto en total desarrollo del misterio de la Inmaculada Concepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario