Se podría concebir que la Santísima Trinidad,
Padre, Hijo y Espíritu Santo en única divinidad, es la familia divina y eterna
de la que proceden todas las cosas, y es la referencia de toda familia
humana.
En el plano humano, la Sagrada Familia, San José,
María Santísima y el Niño Jesús constituyen, en perfecta unión humana y
divina, el modelo ejemplar de toda familia natural o
instituida. Hagamos algunas reflexiones pastorales sobre la
Familia.
El amor es la autoridad en la familia. Cuando dos se quieren mucho, el uno sirve al otro y le presta los servicios que necesita no por autoridad ni obligación, sino por amor, lo contrario es justicia, tiranía o egoísmo. Las tres personas de la Sagrada Familia estaban tan íntimamente unidas en el amor, que era el único móvil de toda acción familiar. San José amaba tanto a su esposa María que todo lo hacía por Ella no por autoridad sino por la ley jerárquica del amor; y dedicaba también todo su trabajo, fatigas y esfuerzos por su hijo, el Niño Jesús, por la ley del corazón. Y lo mismo María, como esposa y madre todo su pensar, querer y hacer era para su esposo San José a quien amaba humana y espiritualmente como a Ella misma con el amor de Dios; y amaba por encima de todo a su Hijo, Jesús, con corazón de madre de Dios. ¡Qué misterio de amor! Dios creador de sus padres y, a la vez, sumo a ellos que eran hombres.
La Sagrada Familia modelo de toda familia humana
La sagrada familia es modelo de toda familia humana e instituida, porque en ella resplandecían el amor verdadero y todas las virtudes necesarias para la convivencia familiar.
En toda familia, fundamento de la Sociedad y de la
Iglesia, tiene que existir la felicidad y la paz humanamente posible:
amor afectivo o efectivo en el trato humano de palabra, aunque sea de estilo
bondadosamente político, comprensivo con la manera de ser de cada uno y
respetuoso con los ideales; y también comportamiento común de justicia y
caridad, porque hoy en la familia hay miembros de distintas ideologías,
culturales y religiosas y no religiosas. La convivencia en la familia en la que
uno está obligado a vivir es muy difícil. Para que haya paz en ella
es necesario soportar muchos sacrificios y renuncias por parte de todos los
miembros.
La familia cristiana tiene que tener por mira a la
Sagrada Familia para imitar sus virtudes. Es pensable que San José y
María, como eran diferentes en el ser y en el obrar, algunas cosas de uno no
les gustarían al otro, cosa natural, como suele pasar en los esposos muy
enamorados, incluso entre santos, porque las diferencias accidentales del
ser y obrar, aunque no gustan, se aceptan por el amor. Raramente hay una
persona que guste totalmente a la persona amada, pues el amor por muy grande y
perfecto que sea, conlleva sufrimientos de cosas o cosillas que no gustan de la
persona amada, y la única solución es la comprensión mutua del amor
sacrificado.
Los padres de Jesús cuando no entendían ciertos
comportamientos misteriosos del Niño, los comprendían con amor, guardando todas
las cosas en el corazón, sin comentarlos ni criticarlos, y ni siquiera
pensarlos, aceptando por fe las decisiones de su Hijo que no les gustaban,
porque eran hombres y sabían que su Hijo era Dios.
Muchas veces
en las familias, entre esposos que se quieren mucho, entre padres e hijos y
hermanos, que se llevan bien, se rompe o se enfría el amor por tontadas
de soberbia, amor propio o cabezonería. ¡Qué cosa más humana y cristiana es dar
la razón a quien no la tiene en aquello que realmente es igual o no tiene mayor
importancia! La razón de los hombres que discuten acaloradamente la
llevan subjetivamente todos, algunos o ninguno, pues solamente Dios sabe
quiénes llevan la razón. Es mejor muchas veces dar la razón a quien no la
tiene en cosas pequeñas, sin trascendencia, triviales por amor a la paz
familiar que defender las cosas con guerra.
La Sagrada
Familia es modelo de todas las virtudes que tenemos que imitar, cada
uno la que más necesite para vivir en paz con uno mismo, con los miembros de su
propia familia y, sobre todo, con Dios que es quien juzga a todos en justicia y
verdad.
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