La Santísima Trinidad es un misterio absoluto que
supera la capacidad cognoscitiva del hombre. Su conocimiento es analógico, pues
el hombre utiliza conceptos humanos que no se pueden aplicar a Dios, Ser
eterno, infinitamente perfecto. La esencia de Dios es incomprensible. Para
entenderla utilizamos conceptos humanos que no se corresponden con los divinos.
Sin embargo, aunque el conocimiento de Dios para el hombre es imperfecto, es
verdadero. Solamente en el cielo los bienaventurados ven el misterio de Dios,
tal como es, por medio de una potencia sobrenatural que Dios infunde en el
alma, llamada luz de la gloria. Pero no conocen la naturaleza de Dios
cuantitativamente, tanto cuanto Dios se conoce así mismo en las tres divinas
personas y como conoce las cosas. El conocimiento de Dios solamente se consigue
por la fe con conceptos humanos o atributos que son perfecciones que concebimos
en Dios, sacados de las criaturas, quitando sus imperfecciones y elevando las
perfecciones al infinito con la imaginación. Así, decimos, Dios es
absolutamente simple, infinitamente perfecto, sabio, poderoso, santo,
bondadoso, absolutamente inmutable, eterno, omnipotente. Y después el resultado
es que la realidad de Dios queda desconocida.
Creemos en
un solo Dios, no varios, y en Él tres Personas Divinas, y cada una de ellas
posee la esencia divina que es numéricamente la misma. Las Personas divinas son
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las tres son realmente distintas, y no
tres dioses. No se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es
enteramente Dios: El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es
el Padre, el Padre y el Hijo son lo mismo que el Espíritu Santo, es decir un
solo Dios por naturaleza. Cada una de las tres personas tiene la misma
sustancia o naturaleza divina (Cat
253).
Las personas divinas son realmente distintas entre sí.
Dios es
único pero no solitario. Padre, Hijo, Espíritu Santo no son simplemente nombres
que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí.
El que es el Hijo, no es el Padre, y el que es el Padre, no es el Hijo, ni el
Espíritu Santo. Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: El Padre
es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien
procede (Cat 254).
Toda
la economía divina es obra común de las tres personas divinas. Porque la
Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también
tiene una sola misma operación. Todas las operaciones divinas ad extra son
comunes a las tres divinas personas, pero al Padre se le atribuye la Creación,
al Hijo la Redención y al Espíritu Santo la santificación, pero las tres
personas son creadores, redentores y santificadores, porque tienen la misma
naturaleza divina.
El concepto que el hombre tiene sobre Dios, naturaleza divina y persona divina
es múltiple, y no se puede comparar con el concepto de persona humana,
naturaleza humana y naturaleza de las cosas.
El misterio de la Santísima Trinidad, que es imposible conocer humanamente, se
sabe, se cree y se vive por la fe o contemplación mística con oración y acción
de obras buenas y santas con la esperanza de que algún día podamos ver y
comprender el misterio, tal como es, en el Cielo.
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