Dichosos los que caminan en la voluntad de Dios
En el salmo responsorial de este domingo, el pueblo cristiano responde a la
proclamación de la palabra de Dios con una frase profundamente bíblica y
teológica: dichosos los que caminan en la voluntad de Dios. Ofrezco unas
reflexiones espirituales sobre este tema por si a alguien puede hacerle algún
bien.
En el Universo, desde la perspectiva de visión sencilla, no científica,
sino popular, se pueden contemplar cuatro espacios: espacio sideral,
espacio acuático, espacio terrenal y espacio humano.
En el espacio sideral existen millones de seres astronómicos, grandes y
pequeños, conocidos y por conocer, que son una obra fantástica y artística
creada por Dios con su naturaleza propia, leyes cabales que caminan
puntualmente según la voluntad del Señor. Todo lo que sucede es bueno, y si
alguna cosa hay que tiene apariencia mala, su finalidad última es buena, pues
está planificada por la infinita sabiduría bondadosa de Dios, que es Amor, y no
puede equivocarse.
En el espacio acuático, inmenso de océanos mares y ríos que bañan la
tierra, viven peces innumerables. Las aguas son vivienda de animales acuáticos,
objeto de estudio para los científicos, curiosidad para los observadores y
alimento para millones de hombres. Es un abismo que sobrecoge de admiración,
causa miedo por su bravura, potencia, y deja atónitos a los simples
observadores.
La tierra es una misteriosa perfección en su ser natural,
leyes, habitantes en millones incontables, diversidad en clases en seres, cuyo
conocimiento supera todo entendimiento e imaginación del más sabio de los
geólogos y científicos de todos los tiempos. Es habitáculo de
tantas plantas que pululan con variedad, diversidad y hermosura, que adornan
los campos con su belleza y son deleite para obsequios y adornos
suntuosos; morada de múltiples y variados animales de toda
especie, que pueblan toda la planicie del globo terrestre, y dejan abismados a
los expertos y estudiosos de las ciencias naturales y entusiasmados a los
simples observadores.
Además de los entes inanimados que hay en el Universo, en la tierra existe
el hombre, el ser más perfecto de la Creación, microcosmos o pequeño mundo de
todo o creado, porque tiene parte de reino mineral, parte del reino vegetal,
parte del reino angélico y parte del reino divino porque está creado por Dios a
su imagen y se semejanza. Es, por consiguiente, un resumen de la Creación, que
está gobernado por las leyes físicas del cuerpo humano, la parte vegetativa de
las plantas, por la ley moral, la parte espiritual del alma, ser inteligente y
libre. El hombre que voluntariamente no cumpla la ley divina no es un ser
perfecto. El santo es la perfección suma en el hombre porque cumple la voluntad
de Dios en todas la leyes.
Los mandamientos son guías que encauzan necesariamente todos los seres por
el sitio que tienen que ir para que sean lo que tienen que ser en el plan de la
providencia de Dios Creador. Los mandamientos morales hacen que los hombres
cumpliendo libremente la voluntad de Dios sean más perfectos y santos; no son
obstáculos que impiden la libertad del hombre al no hacer lo que quiere o
gusta. La santidad consiste en el cumplimiento de los mandamientos, pues esa es
la voluntad de Dios
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