¿Quién es el buen pastor?
Cristo es un personaje actualizado que está vivo siempre entre los hombres, en la Iglesia. En su tiempo predicó personalmente el Evangelio, realizó milagros o signos de su divinidad, fundó la Iglesia, instituyó los Sacramentos y después de sufrir una pasión inimaginable murió por todos los hombres en la cruz y resucitó, cumpliendo de esta manera su palabra de que el buen pastor da la vida por sus ovejas.
Realizada la misión de Redentor que le encomendó el Padre en la Tierra, ascendió a los Cielos y en unión con Él y la fuerza del Espíritu Santo, desde allí sigue siendo el Buen Pastor ministerialmente por medio de la Iglesia.
El Papa, Vicario de Cristo, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles, gobiernan la Iglesia.
El Papa es el buen Pastor en toda la Iglesia universal; y los Obispos son pastores propios en las diócesis, puestos por el Espíritu Santo, que el Papa les ha encomendado. Y todos, coordinados entre sí, unidos al Papa y bajo su obediencia, gobiernan la Iglesia en nombre de Cristo.
Pero como el obispo no puede estar presente en todas las partes de la Diócesis, nombra un delegado suyo, conocido con el nombre de párroco, que ayudado por vicarios parroquiales o coadjutores en parroquias importantes, como es la nuestra, bajo su obediencia gobierna una parcela de la Diócesis, llamada Parroquia, que el Obispo le ha encomendado.
En tareas apostólicas diocesanas, extraparroquiales, el Obispo nombra delegados para que, en su nombre y bajo su obediencia, atiendan las distintas necesidades eclesiales que se presenten en cada momento y en cada diócesis.
Luego también ahora como entonces, en sentido propio, Cristo es el buen pastor de la Iglesia que él fundó.
Además del sentido propio de pastor, obispo y sacerdote, podríamos decir que pastor en la Iglesia, en un sentido amplio, es también el cristiano que tiene cierta autoridad delegada en las acciones pastorales que se le encomiendan, como, por ejemplo, el catequista, delegado de cáritas, delegado de liturgia, delegado de pastoral de juventud, de matrimonio etc...
Y todavía, en un sentido extensivo y universal, es pastor en la Iglesia cualquier cristiano que ejerce una misión apostólica en la familia o sociedad, como por ejemplo, el padre de familia, el profesor, el empresario, el obrero que ejerce cualquier trabajo apostólico en la sociedad; incluso es pastor en la Iglesia el político que ejerce una autoridad civil cristianamente a favor del bien común.
Por consiguiente, en un sentido o en otro, y de distinta manera, todos los cristianos somos ovejas y pastores en la Iglesia.
En consecuencia, todos los cristianos, el Papa, el Obispo, el Sacerdote tenemos que dar la vida por Cristo, cada uno según la medida de gracia que ha recibido. ¿Cómo? Dándose, gastándose por Cristo, cumpliendo su misión con obras santas: predicando la Palabra de Dios, administrando los sacramentos, principalmente el de la Eucaristía y ejerciendo santamente su ministerio los sacerdotes; y los fieles recibiendo los sacramentos y santificándose en la vida ordinaria o en la vida extraordinaria con humildad y sencillez.
Procuremos, hermanos, ser fieles ovejas y fieles pastores en obediencia y entrega a Dios en el puesto de trabajo que cada uno tiene que desempeñar en la Iglesia, a imitación de Jesús que como buen Pastor dio la vida por sus ovejas.