¿Qué es el amor?
La palabra amor es, sin duda, una de las palabras más usadas por todos los hombres en el lenguaje popular, artístico, literario, poético, humano, religioso y místico, pero con sentido muy diferente. Para una gran mayoría del vulgo paganizado amor se identifica con egoísmo, pasión, sexualidad; y es un error, porque el que en el amor busca su propio interés, no ama, se ama, y amar es más darse y dar que recibir. El egoísmo bien entendido, como bien integral de la persona, pasión y sexualidad son factores complementarios del amor, pero no sólo y exclusivamente amor.
El amor artístico, literario, poético es una vocación, un instinto, un gusto más que amor en sí mismo, porque amar es sentir una atracción hacia una persona y expresarla principalmente con obras, y no de palabra solamente.
El amor humano, verdadero, auténtico, es un sentimiento profundo que nace en el corazón, de manera instintiva y misteriosa, se siente se vive, se escribe, se poetiza, se canta, tiene diversas maneras de expresión, pero difícilmente se define. En el amor de pareja es entrega, sacrificio, recompensa, mutua intercomunicación de bienes, comunicación de vida, pues el que ama y no se siente amado, ama solitariamente con amor idílico, poético, platónico. El amor al hombre por el hombre, fundado en sus valores o en sus debilidades es un amor filantrópico; y por razones políticas, económicas o sociales es un amor político, personal más que altruista, más o menos interesado.
El amor religioso, cristiano, es espiritual, tiene su fundamento en una ideología, amor al prójimo por amor a Dios o a Cristo. No es necesario que sea mutuo ni sentido, pues el motivo supremo por el que se ama es Dios. El cristiano debe amar al hermano, aunque no sienta amor hacia él, experimente cierta repugnancia, sea o no amado por él, incluso odiado, porque el amor cristiano consiste en amar a Dios y en Dios al hermano.
El amor cristiano, evangélico, es único, amor a Dios, pero tiene dos expresiones distintas: amor a Dios en sí mismo y amor al prójimo por Dios. No existe amor verdadero a Dios sin amor al prójimo, pues quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano o le odia, miente, pues ese amor es enfermizo, esquizofrénico, psicopático, y en en mejor de los casos gusto personal, hobby. El amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. De la misma manera el que ama al prójimo y prescinde del amor a Dios, ama humanamente, pero no cristianamente. Entre los dos extremos: amor a Dios sin amor al prójimo o amor al prójimo sin amor a Dios, es preferible amor al prójimo sin amor a Dios, pues el amor al prójimo, en algún sentido y de alguna manera es amor cristiano.
El amor a Dios consiste en el cumplimiento de la ley y en la aceptación de la voluntad divina que se manifiesta de muchas maneras y a través de múltiples acontecimientos, adversos o gozosos.
La ley que los cristianos tenemos que cumplir es el decálogo o los diez mandamientos revelados por Dios y entregados a Moisés en el monte Sinaí, que como todos sabemos por el catecismo se reducen a dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
Como somos hombres, pecadores, el amor cristiano no es perfecto, sino defectuoso, con mezclas de ambigüedades, debilidades, egoísmos
¿Cuáles son las obras con las que tenemos que amar al prójimo?
En primer lugar, cumpliendo la justicia con caridad respecto de los deberes que tenemos con quienes nos obliga la ley o el compromiso libre que se haga. Pero no basta con esto, no podemos conformarnos con ser legalistas, como los buenos hombres, cumplidores rigurosos de la ley, es necesario además demostrar que somos cristianos, haciendo todo el bien que se pueda por amor a Dios, empleando mi tiempo libre en hacer obras buenas a favor de la Iglesia o en obras de caridad o apostolado.
En hacer el bien tiene que haber cierta jerarquía, primero la obligación y después la devoción, primero la justicia con caridad y no la caridad sin justicia.