Son muchas las ideas que se pueden
sacar de la liturgia de la Palabra para alimentar la fe de los fieles. Yo para
pronunciar la homilía de hoy elijo tres: dos de la primera lectura: comunión de fe y comunión en el intercambio
de bienes; y una del Evangelio: el
Sacramento del perdón.
Primera lectura (Hch
4,32-35)
Los cristianos de la primera Comunidad de Jerusalén pensaban y sentían lo mismo; y lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, de manera que ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían y entregaban el dinero a disposición de los Apóstoles, nos dice la primera lectura de la liturgia de la Palabra de hoy.
Este texto nos enseña dos cosas importantes que todos tenemos que copiar para vivir en plenitud nuestra vocación cristiana: Comunión en la fe y comunión en el intercambio de bienes materiales.
COMUNIÓN EN LA FE
El catecismo de la Iglesia Católica resume la fe en cuatro partes principales: símbolo de la fe, sacramentos de la fe, vida de la fe en el cumplimiento de los mandamientos, oración en la vida de la Iglesia. Dicho de otra manera, como se hacía antes en los antiguos catecismos: verdades que tenemos que creer, mandamientos que tenemos que cumplir, sacramentos que tenemos que vivir y oraciones que tenemos que rezar.
- La profesión de fe bautismal: la fe en un solo Dios Padre todopoderoso, el Creador; en Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor y Salvador; y en el Espíritu Santo y en la Iglesia Católica.
- Los sacramentos de la fe: la salvación de Dios hecha presente en la liturgia de la Iglesia, principalmente en los siete sacramentos.
- La vida de fe: en el cumplimiento de los mandamientos;
- La oración en la vida de fe: la importancia de la oración en la vida de la Iglesia, principalmente la oración del padrenuestro.
La fe que hay que creer y vivir se encuentra enseñada y explicada en el Catecismo de la Iglesia Católica del Papa Juan Pablo II, y no en libros publicados sin censura eclesiástica, en doctrinas arbitrarias de teólogos, en revistas y periódicos profanos y eclesiásticos.
COMUNIÓN EN EL INTERCAMBIO DE BIENES MATERIALES
Los cristianos tenemos que compartir con todos nuestros hermanos
creyentes nuestra fe y nuestros bienes.
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades no es un consejo de la Santa
Madre Iglesia, sino un precepto, que
se puede cumplir dando generosamente dinero en las colectas que hace la
Iglesia, echando unas pesetas en los cepillos, encendiendo unas velas en los
lampadarios, haciendo una suscripción periódica para la financiación de la
Iglesia, dando donativos voluntarios a la Iglesia, aportando una cantidad de
dinero con motivo de recibir sacramentos u otros servicios.
En una consagración de mayor perfección evangélica de vida consagrada
se vive el voto de pobreza teniendo todas las cosas en común, al estilo de las
primeras comunidades de la Iglesia, como medio de santificación y testimonio de
desprendimiento y despego de las cosas de este mundo.
Tercera lectura (Jn 20,19-31)
El Evangelio de hoy nos habla de la institución del sacramento de la
Penitencia, que nos regaló el Padre por medio de Jesús. Dios nos ama porque
somos hijos suyos y además nos ama perdonándonos nuestros pecados. El perdón,
por consiguiente, es el amor de Dios multiplicado por dos.
Nos habla también de la incredulidad del apóstol Tomás en la resurrección
de Jesús. Para creer, necesitaba ver en las manos crucificadas de Jesús la
señal de los clavos y meter el dedo en sus llagas y la mano en su costado. Y
Jesús, comprensivo y bondadoso, le reprende cariñosamente apareciéndose otra
vez a sus discípulos, estando Tomás presente y le dijo: Trae tu dedo, aquí
tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente.
Tomás avergonzado de su falta de fe dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Y
terminó Jesús diciendo:
- ¿Por qué me has visto has creído? Dichoso los que crean sin haber
visto.
El sacramento de la penitencia que nos perdona los pecados es un de
los siete sacramentos instituidos por Jesucristo. Es necesario confesarse para recibir cualquier otro sacramento, por
ejemplo el sacramento de la Unción de enfermos, si no se está en estado de
gracia. Digamos unas palabras sobre este sacramento.
La Unción de enfermos es uno de los siete sacramentos
instituidos por Jesucristo y ha sido administrado, desde tiempos antiguos, en
la Tradición de la Iglesia.
No es el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos
de su vida, sacramento de moribundos solamente, ni un sacramento que se administra
cuando la medicina no tiene nada que hacer con los enfermos. Es el sacramento
de la enfermedad, sacramento de vida para los que se encuentran seriamente
afectados por la enfermedad. No es, de ningún modo, el anuncio de la muerte
porque la medicina no tiene ya nada que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario