sábado, 20 de abril de 2024

Cuarto domingo de Pascua. Ciclo B

 

¿Quién es el buen pastor?

A esta pregunta muchos o todos habéis respondido mentalmente, tal vez: Jesucristo. Y es verdad, Jesucristo es el buen Pastor; es, no fue, no en pasado, sino en presente también, porque Cristo no es como un personaje más de la Historia que vivió entre los hombres, hizo grandes obras y dejó su memoria en recuerdos escritos, como puede ser el caso de San Juan de la Cruz, por decir un ejemplo.

Cristo es un personaje actualizado que está vivo siempre entre los hombres, en la Iglesia. En su tiempo predicó personalmente el Evangelio, realizó milagros o signos de su divinidad, fundó la Iglesia, instituyó los Sacramentos y después de sufrir una pasión inimaginable murió por todos los hombres en la cruz y resucitó, cumpliendo de esta manera su palabra de que el buen pastor da la vida por sus ovejas.

Realizada la misión de Redentor que le encomendó el Padre en la Tierra, ascendió a los Cielos y en unión con Él y la fuerza del Espíritu Santo, desde allí sigue siendo el Buen Pastor ministerialmente por medio de la Iglesia.

El Papa, Vicario de Cristo, y los Obispos, sucesores de los Apóstoles, gobiernan la Iglesia.

El Papa es el buen Pastor en toda la Iglesia universal; y los Obispos son pastores propios en las diócesis, puestos por el Espíritu Santo, que el Papa les ha encomendado. Y todos, coordinados entre sí, unidos al Papa y bajo su obediencia, gobiernan la Iglesia en nombre de Cristo.

Pero como el obispo no puede estar presente en todas las partes de la Diócesis, nombra un delegado suyo, conocido con el nombre de párroco, que ayudado por vicarios parroquiales o coadjutores en parroquias importantes, como es la nuestra, bajo su obediencia gobierna una parcela de la Diócesis, llamada Parroquia, que el Obispo le ha encomendado.

En tareas apostólicas diocesanas, extraparroquiales, el Obispo nombra delegados para que, en su nombre y bajo su obediencia, atiendan las distintas necesidades eclesiales que se presenten en cada momento y en cada diócesis.

Luego también ahora como entonces, en sentido propio, Cristo es el buen pastor de la Iglesia que él fundó.

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