PENTECOSTES
(27 de Mayo de 2012)
Pentecostés, palabra griega, era una fiesta que los judíos celebraban en el Antiguo Testamento después de los cincuenta días de la Pascua. Ahora la Iglesia celebra en este día la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos, cincuenta días después de la resurrección de Cristo a los Cielos, fiesta de la inauguración oficial de la Iglesia.
Este acontecimiento sucedió en Jerusalén de modo espectacular, según lo describe los Hechos de los apóstoles (Hch 2,1-11): Un ruido espantoso del cielo, como de un viento recio, resonó dentro de la casa donde se encontraban los discípulos reunidos, que pudo ser el Cenáculo. Y de repente aparecieron unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno de ellos y se llenaron todos del Espíritu Santo; y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban allí en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra; y al oír el ruido todos quedaron atónitos, desconcertados; y aconteció un suceso sobrenatural: que cuando se predicaba la Palabra de Dios cada uno la entendía en su propio idioma, habiendo entre ellos muchos hombres de muchas lenguas, en virtud de la fuerza del Espíritu Santo.
¿Quién es el Espíritu Santo?
Como sabemos desde niños el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, como el alma de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo que santifica a todos y cada uno de sus miembros, potencia de todo apostolado común y específico y causa a todos los hombres las gracias necesarias para su salvación de muchas maneras.
Existe cierta analogía entre el organismo natural y el organismo sobrenatural. En el organismo natural hay una persona humana compuesta esencialmente de cuerpo y alma. El alma es el principio de la vida, esencialmente inoperante, porque necesita potencias espirituales y corporales para operar y dones que perfeccionan las potencias. De manera parecida en el organismo sobrenatural hay gracia santificante: principio de vida sobrenatural, que necesita las potencias de operación sobrenatural, que son las virtudes, y dones del Espíritu Santo, que las perfeccionan. Este complejo se regala en el Bautismo a cada bautizado.
Dones del Espíritu Santo
La Iglesia, fundamentada en la Revelación y en la Sagrada Escritura, entre los muchos dones del Espíritu que existen, los resume en siete: Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Expliquemos sucintamente cada uno de ellos.
Sabiduría para que el cristiano saboree las verdades sobrenaturales en el silencio de la oscuridad luminosa de la fe, de modo natural costoso y sin gusto; y el místico experimente los gozos de los misterios de Dios en el alma con distintas expresiones sobrenaturales en el cuerpo, a veces de modo histérico.
Entendimiento para entender las verdades de fe sin comprenderlas, según la capacidad intelectual que cada uno ha recibido en la naturaleza o en la gracia. No entiende más las cosas de Dios el que más sabe teología sino el que mejor cumple la voluntad de Dios con la cultura cristiana que tenga.
Consejo para aconsejar o dejarse aconsejar sobre los problemas de la vida natural y sobrenatural.
Fortaleza para defender la fe, aceptar, sufrir y ofrecer los dolores y las contrariedades de la vida, incluso para dar la vida por Cristo, si se presenta la ocasión.
Ciencia para saber los misterios de Dios con la potencia de la fe con conocimientos teológicos o sin ellos.
Piedad para sentir devoción por las cosas santas y expresar el amor a Dios con obras al prójimo o simplemente cumplir las obligaciones cristianas con fervor o sequedad de espíritu
Temor de Dios para amar, respetar y reverenciar a Dios con miedo así mismo por poder ofenderle.
Cultivemos con todas nuestras fuerzas los dones del Espíritu Santo que cada uno ha recibido del Espíritu Santo para perfeccionar las virtudes con amor, gratitud, alegría, y esfuerzo, alegrándonos de que otros tengan los mismos en menor, igual o mayor intensidad, pues hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo que obras todo en todos para el bien común de la Iglesia, como nos dice la liturgia de la Palabra en la segunda lectura (1 Co 12, 3b-7.12-13).
Pidamos la venida del Espíritu Santo:
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el Cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra en las almas;
fuente de amor y consuelo.
…………………………………
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.