sábado, 26 de mayo de 2012

PENTECOSTES
                                                       (27 de Mayo de 2012)

Pentecostés, palabra griega, era una fiesta que los judíos celebraban en el Antiguo Testamento después de los cincuenta días de la Pascua. Ahora la Iglesia celebra en este día  la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos, cincuenta días después de la resurrección de Cristo a los Cielos, fiesta de la inauguración oficial de la Iglesia.
Este acontecimiento sucedió en Jerusalén de modo espectacular, según lo describe los Hechos de los apóstoles (Hch 2,1-11): Un ruido  espantoso del cielo, como de un viento recio, resonó dentro de la casa donde se encontraban los discípulos reunidos, que pudo ser el Cenáculo. Y de repente aparecieron unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno de ellos y se llenaron todos del Espíritu Santo; y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban allí  en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra; y al oír el ruido todos quedaron atónitos, desconcertados; y aconteció un suceso sobrenatural: que cuando se predicaba la Palabra de Dios cada uno  la entendía en su propio idioma, habiendo entre ellos muchos hombres de muchas lenguas, en virtud de la fuerza del Espíritu Santo.

¿Quién es el Espíritu Santo?  
Como sabemos desde niños el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, como el alma de la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo que santifica a todos y cada uno de sus miembros, potencia de todo apostolado común  y específico y causa a todos los hombres las gracias necesarias para su salvación de muchas maneras.
Existe cierta analogía entre el organismo natural y el organismo sobrenatural. En el organismo natural hay una persona humana compuesta esencialmente de cuerpo y alma. El alma es el principio de la vida,  esencialmente inoperante, porque necesita  potencias espirituales y corporales para operar y dones que perfeccionan las potencias. De manera parecida en el  organismo sobrenatural hay gracia santificante: principio de vida sobrenatural, que necesita las potencias de operación sobrenatural, que son las virtudes, y dones del Espíritu Santo, que las perfeccionan. Este complejo  se regala en el  Bautismo a cada bautizado.

Dones del Espíritu Santo
La Iglesia, fundamentada en la Revelación y en la Sagrada Escritura, entre los muchos dones del Espíritu que existen, los resume en siete: Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Expliquemos sucintamente cada uno de ellos.
Sabiduría para que el cristiano saboree las verdades sobrenaturales en el silencio de la oscuridad luminosa de la  fe, de modo natural costoso y sin gusto; y el místico experimente los gozos de los misterios de Dios en el alma con distintas expresiones sobrenaturales en el cuerpo, a veces de modo histérico.   
Entendimiento para entender las verdades de fe sin comprenderlas, según la capacidad intelectual que cada uno ha recibido en la naturaleza o en  la gracia. No entiende más las cosas de Dios el que más sabe teología sino el que mejor cumple la voluntad de Dios con la  cultura cristiana que tenga.
Consejo   para aconsejar o dejarse aconsejar sobre los problemas de la vida natural y sobrenatural.
 Fortaleza para defender la fe, aceptar, sufrir y ofrecer los dolores y las contrariedades de la vida, incluso para dar la vida por Cristo, si se presenta la ocasión.
Ciencia para saber los misterios de Dios con la potencia de la fe  con conocimientos teológicos o sin ellos.
Piedad  para sentir  devoción por las cosas santas y expresar el amor a Dios con obras al prójimo  o simplemente cumplir las obligaciones cristianas con fervor o  sequedad de espíritu
Temor de Dios para amar, respetar y reverenciar a Dios con miedo así mismo por poder ofenderle.
Cultivemos con todas nuestras fuerzas  los dones del Espíritu Santo que cada uno ha recibido del Espíritu Santo para perfeccionar las virtudes con amor, gratitud, alegría,  y esfuerzo, alegrándonos de que otros tengan los mismos en menor, igual o mayor intensidad, pues hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo  que obras todo en todos para el bien común de la Iglesia, como nos dice la liturgia de la Palabra en la segunda lectura (1 Co 12, 3b-7.12-13).   
            Pidamos la venida del Espíritu Santo:
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el Cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra en las almas;
fuente de amor y consuelo.
           …………………………………
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.


sábado, 19 de mayo de 2012


 ASCENSIÓN DEL SEÑOR
(20 de Mayo de 2012)

  El Hijo de Dios descendió del Cielo y  encarnó en el seno virginal de Santa María por obra del Espíritu Santo para redimir al hombre del pecado  para que se hiciera “dios”,  viviera como “dios” y ascendiera  a pulso el Cielo.
Para efectuar esta empresa sobrenatural empezó a realizarla en el mismo momento en que fue concebido, pues toda su existencia fue redentora.  Nacido en Belén, ocupó treinta años oculto en Nazaret, dedicado a una vida orante y operativa  de las cosas sencillas y ordinarias de la vida bajo obediencia. De esta manera estableció la redención santificadora común de la vida cristiana en los diversos estados  del mundo y vida consagrada.
Después de la vida oculta empezó la vida pública predicando el Evangelio, la Buena Noticia, y realizó muchos y diversos milagros para demostrar que Él era el Mesías, profetizado en el Antiguo Testamento, Redentor del mundo durante tres años. Eligió  doce apóstoles para instituir la Iglesia, Sacramento universal de salvación, como dice el Concilio Vaticano II; y en ella estableció el sacerdocio ministerial y bautismal con el fin de que la redención se realizara en todos los miembros de la Iglesia eclesialmente hasta el fin de los tiempos.
Terminado el período de tres años de vida pública, instituyó la Eucaristía, actuación mística del mismo sacrificio de Jesús en la cruz que, resucitado y glorioso,  se perpetúa, hecho sacramento,  en el sacrificio de la santa misa hasta el fin de los tiempos.
Después de ser juzgado, flagelado y crucificado, murió en la cruz, como un malhechor,  siendo hombre, Dios inocente; y, sepultado, al tercer día resucitó de entre los muertos, como garantía de la resurrección de todos los hombres al fin del mundo. Y luego comunicó a sus apóstoles la misma misión  que Él había recibido del Padre; y ascendió a los Cielos para desde allí seguir realizando la Redención por medio de  la Iglesia.

Ascensión de los cristianos al Cielo
Para que el cristiano ascienda al Cielo tiene que aplicarse personalmente la Redención objetiva que Jesús realizó  en su tiempo histórico,  siguiendo sus mismos pasos:
- una vida oculta de oración y trabajo en obediencia en una convivencia fraterna, comprensiva y sacrificada, que también es pública, apostólica, santificadora y redentora. Se es apóstol también haciendo que toda la vida sea un estado de oración escondido en Dios con Cristo a solas con Él, que luego se prolongue con el trabajo orante;
- vida pública oculta en la oración y acción: un apostolado comprensivo, sacrificado, evangélico en acciones sobrenaturales, espirituales y humanas divinizadas por amor a Dios y servicio de los hombres.
- vida de pasión porque el dolor aceptado, sufrido y ofrecido en ocultamiento  redime y apostoliza, aunque se esté preocupado por el dolor, pensando en la salud.
De esta manera el cristiano celebra la Ascensión de Jesús a los Cielos cristificándose, imitando la vida oculta, pública, pasión y muerte de Jesús que cada una de ellas santifica y realiza la Redención personal y de todos los hombres.

martes, 15 de mayo de 2012

SAN  ISIDRO LABRADOR
(15 de Mayo de 2012)

De la vida de  San Isidro Labrador se saben pocas cosas históricas que se puedan documentar, pues la mayoría de las  biografías que existen  de sus hechos y milagros se debe a la imaginación popular o  devoción cristiana, extendida por todo el mundo. De él se cuentan más de cuatrocientos milagros. Muchos de ellos pertenecen más a la piadosa leyenda popular que a la Historia rigurosa. Uno de ellos fue el milagro de  su hijo Illán que se cayó a un pozo de aguas profundas, y  por su intercesión  las aguas subieron a la superficie, y el niño, que por ley natural debería haber muerto, apareció completamente sano. La única biografía auténtica que existe del santo es la del franciscano Juan Diácono con el título Vita Sancti Isidoro, que fue escrita en latín en el siglo XIII, siglo y medio después de su muerte. No se conoce con exactitud el año de su nacimiento, que se supone  tuvo lugar  el año 1080  o 1082; ni tampoco quiénes fueron sus padres ni el lugar seguro de Madrid donde nació, ni  donde vivió, ni cómo fue  su niñez y juventud. Parece que fue bautizado en la antigua Parroquia de San Andrés. Cuando el ejército de almorávides tomó Toledo, se vio obligado a trasladarse a trabajar a Torrelaguna (Madrid), donde contrajo matrimonio con Toribia, luego Santa María de la Cabeza, con quien tuvo un hijo llamado Illán, tenido también por santo. Trabajó como pocero y bracero al servicio de la familia Vera en un lugar de Madrid, no conocido, como agricultor en la casa de la familia Vargas en cuyo humilde oficio ejercitó las virtudes cristianas en el fiel cumplimiento cristiano de las obligaciones familiares, laborales y sociales. Murió el 30 de Noviembre de 1172, a los noventa años de edad, y fue enterrado en el cementerio de la Parroquia. Su cuerpo incorrupto se conserva en la Colegiata de Madrid. Goya tuvo el buen gusto de pintarlo en una obra maestra que se conserva en la Biblioteca Nacional. 
La tradición popular le atribuye la fama de hombre de oración, piadoso, humilde, sencillo  y trabajador incansable, simple labrador, amante de Dios, cariñoso con los hombres e imitador muy diligente de la Sagrada Escritura. Sus biógrafos posteriores destacan de él un profundo amor a la Eucaristía, devoción a la Santísima Virgen y una gran caridad para con los pobres.
            El papa Paulo V lo beatificó el 4 de Junio de 1619, y tres años más tarde el 12 de Marzo de 1622 fue canonizado por el papa Gregorio XV  quien afirmó “que nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la santa misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima”. Es patrono de Madrid y de todos los agricultores, y santo de devoción popular en todo el mundo. El Papa Juan XXIII el 16 de Diciembre de 1960 le nombró patrono de los agricultores y campesinos. San Isidro fue una persona buena  que perfeccionó su bondad con una vida de oración, sacramentos y obras buenas.  Al estar casado  con Santa María de la Cabeza, ambos esposos santos tuvieron que superar las pequeñas dificultades de la convivencia, medios muy eficaces para conseguir la santidad.
Podríamos imitar de su vida las siguientes virtudes: la oración habitual, humildad auténtica, sencillez naturalmente virtuosa, silencio virtuoso y  trabajo santificador y apostólico, amor a la Eucaristía y caridad para con los pobres, virtudes al alcance de cualquier cristiano común, sin querer imitar a santos excepcionales, únicos que Dios suscita entre los hombres, modélicos en la Iglesia Católica, que son admirables en sus actos y sólo imitables en sus actitudes.

sábado, 12 de mayo de 2012

DOMINGO VI DE PASCUA (13 de Mayo 2012)
            “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios”
(Segunda lectura (Jn 4,7 Ciclo b).

La Palabra de Dios en la segunda lectura de la liturgia de la Palabra de este domingo nos propone el amor mutuo que los cristianos tenemos que tener unos con otros: “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios para nuestra meditación con el fin de vivir la vida cristiana. Hagamos algunas reflexiones.
No existe nada más que un solo amor verdadero: Amor a Dios sobre todas las cosas, los demás mandamientos son medios para amar a Dios. Los diez mandamientos de la Ley de Dios se reducen a dos: Amar a Dios y al prójimo como a nosotros mismos. No son dos mandamientos con distinción real, sino dos aspectos distintos con distinción de razón del amor a Dios, copulativamente unidos: amor a Dios y amor al prójimo, y no separados disyuntivamente: amor a Dios o amor al prójimo.  El amor a las cosas es un medio para amar a Dios. El amor a Dios en sí mismo, sin amor al prójimo es una psicopatía religiosa; en cambio, el amor al prójimo, sin amor a Dios, es amor humano, aunque en un sentido amplio es de alguna manera, aunque no se quiera,  amor a Jesucristo, porque el prójimo es un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, que es Dios: “Cuanto hicisteis a estos hermanos míos  más pequeños, a mi me lo hicisteis” (Mt 25, 40),
 El amor al prójimo es parte esencial del amor a Dios, el tema fundamental de la vida cristiana y el examen del juicio final (Mt 25, 31ss). No es necesario que el amor fraternal sea mutuo, pues se puede amar a otro por amor a Dios, desde la fe, sin ser amado por él. El amor correspondido o no correspondido por amor Dios adquiere categoría  sobrenatural.  El amor cristiano nace de Dios (1Jn 5,7), se vive personalmente, se demuestra comunitariamente en buenas obras, se extiende a todos los hombres, incluso a los enemigos, y a todas las cosas por amor a Dios, y revierte finalmente en Dios.
Precepto del amor al prójimo
El amor al prójimo antes es dado que mandado, como dice el Papa Benedicto XVI: “El amor puede ser mandado porque antes es dado” (Deus charitas est nº 14; 1 Jn 5,7).
Existen muchos textos en la Sagrada Escritura que prueban que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Citamos dos textos clásicos:
- “Quien ama a Dios ame también a su hermano” (1 Jn 4,21), porque el amor a Dios y al hermano es un mismo amor con dos versiones diferentes, como una sola medalla con el anverso y reverso o una moneda con la cara y la cruz.
- “Si alguno dice: amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente, pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve” (1 Jn 5,20).
En el Antiguo Testamento muchos doctores de la Ley entendían  que el prójimo era el israelita o el extranjero que moraba en Israel. En cambio, Jesucristo enseñó en el  Nuevo que el amor al prójimo se extiende a todos los hombres,  de manera que nadie puede ser excluido del amor cristiano. El amor mutuo entre los cristianos es signo de ser discípulo de Cristo y puede ser una ocasión para que puedan convertirse los que no creen en Dios: “En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, en que os amáis unos a otros” (Jn 13, 35).

viernes, 4 de mayo de 2012

DOMINGO V DE PASCUA. Ciclo b, 6 de Mayo 2012
Evangelio: “Yo soy la verdadera Vid" (Jn 15,1)

Facilitamos un comentario esquemático sobre la alegoría de la Vid y los sarmientos que nos propone la Palabra de Dios en el Evangelio de hoy.

Yo soy la Vid verdadera
La vid natural, como todos sabemos, es una planta de la familia de las Vitáceas con tronco,  cuyas raíces extraen de la tierra la savia, para que circule por todo el conjunto a fin de que los sarmientos produzcan  racimos de uvas. De manera alegórica, Cristo es la única Vid del Cuerpo Místico de Cristo, (15,1), cuyas raíces extraen de Cristo Redentor la savia de la gracia para que haya vida sobrenatural en toda la Iglesia.
Los  sarmientos  son todos los hombres del mundo, que están unidos a la Vid  de múltiples  maneras::
- Por el bautismo los cristianos practicantes y no practicantes. Los practicantes porque, porque por estar conectados a la Vid, participan de la savia de la gracia, producen frutos sobrenaturales; por la bondad de las buenas obras los no practicantes, hombres buenos, que son muchísimos, de manera misteriosa, por el hecho de estar unidos a la Vid.
- por la buena fe  los hombres religiosos que con sincero corazón, convencidos, creen en su religión, como verdadera;
-  y por la misericordia infinita de Dios Padre: los incapaces de entender, cortos de entendimiento, equivocados, enfermos, enigmáticos, problemáticos y raros.
La savia es la gracia santificante que circula por todo el conjunto de la Vid y hace que los sarmientos vivos produzcan frutos sobrenaturales, porque “sin la gracia no se puede hacer nada” (Jn 15,5). María, Madre de Dios y Corredentora del género humano ,comunica la savia a toda la Iglesia.
Los sarmientos son: unos  vivos y otros secos. Los sarmientos vivos son los cristianos conectados a la Vid (Jn 15,5) en estado de gracia, que participan de la savia. Cuando por los pecados y faltas entorpecen la circulación de la gracia, se podan (Jn 16,2) para que con la oración, vida sacramental, principalmente  eucarística, y obras buenas den más y mejores frutos. El valor divino de las obras no depende de que sean grandes y artísticas,  sino del amor a Dios con que se hacen, sean grandes o pequeñas y en el  cumplimiento de los mandamientos: “Si guardáis los mandamientos, permaneceréis en el amor” (Jn 15,10). Los sarmientos secos son los bautizados que han roto la conexión con la savia  por el pecado grave, y no producen frutos de vida eterna, y sólo sirven para el fuego eterno (Jn 15,6). Pero por un injerto  en el sacramento de la Confesión pueden volver a estar conectados a la Vid y participar de la savia de la Iglesia.  
El Agricultor es el  Padre, dueño de la Viña, donde está la Vid.
El Evangelio nos asegura que cumpliendo los mandamientos,  todo lo que pidamos al Padre se nos concederá: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará” (Jn 14,7). No conseguimos todo lo que pedimos, porque “nosotros no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir” (Rm 8,26),  sino que se cumpla siempre y en todo  la santísima voluntad de Dios.  Por tanto,  interpreto este aserto sobre la oración de esta manera: Pedid lo que queráis, y recibiréis lo que necesitáis.