DOMINGO DÉCIMOQUINTO
TIEMPO ORDINARIO, CICLO C
EL BUEN
SAMARITANO
1
Comentario
2 Amor al
prójimo
3 Clases de prójimo
4 Amarás al prójimo como a ti mismo
1
Comentario
El Buen Samaritano es una parábola que inventó Jesús
para responder a la pregunta que le hizo un doctor de la Ley: ¿Quién es el
prójimo?
El prójimo no
es como un sacerdote que bajaba de
Jerusalén a Jericó y encontró en el camino a un judío en el suelo, molido a
palos por unos bandidos que le robaron, y lo dejaron desnudo y medio muerto. Y
al verlo, dio un rodeo y pasó de largo; ni tampoco como un levita, experto en
la Sagrada Escritura, que se acercó adónde estaba el herido, y al verlo, se
desentendió del tema y se marchó sin hacer nada. Luego pasó por allí un
samaritano que iba de viaje, y al verlo le dio lástima, se acercó a él, le vendó las heridas, echándoles aceite y
vino, lo montó después en su jumento, y lo llevó a una posada para que lo
cuidaran. Al día siguiente dio dos denarios al posadero y le dijo: Cuida de
él y lo que gastes de más, yo te lo
pagaré a la vuelta. Jesús dijo al doctor de la ley: Éste es el verdadero
prójimo, el que hace bien al prójimo, también al enemigo. Haz tú lo mismo.
2 Amor al
prójimo
“Amarás al prójimo como a ti
mismo” (Mt 22,39).
No existe hada más que un mandamiento, primero,
principal y único de la Ley de Dios: amar a Dios sobre todas las cosas, tema
fundamental de la vida cristiana y sobre el que juzgará Dios a todos los
hombres en el examen del juicio personal y final (Mt 25, 31ss).
El amor al prójimo no es nada más que
una consecuencia lógica del amor a Dios, como también el amor a las cosas. Son
dos aspectos diferentes de un mismo amor. No existe verdadero amor a Dios sin
el amor efectivo al prójimo.
3 Clases de prójimo
Según la
doctrina de Santo Tomás de Aquino el amor al prójimo se extiende a todos los
seres que poseen la comunicación de la gracia o la capacidad de conseguirla: Solamente no son prójimos los demonios y
condenados que están en el infierno, porque están eternamente desconectados de
la bienaventuranza.
4 Amarás al prójimo como a ti mismo
Amar al prójimo como a ti mismo no
significa amar al otro tanto cuanto uno se ama a sí mismo, pues no es un
amor cuantitativo sino cualitativo,
modal y sobrenatural. Valga una comparación. Amamos a todos los miembros de
nuestro cuerpo de la misma manera, aunque no a todos con la misma preferencia o
intensidad. Amamos más, por ejemplo, un
ojo que un dedo de un pie que no se ve y no es tan necesario para la vida del
cuerpo, pero a todos los miembros de nuestro cuerpo los amamos igualmente, de
manera preferencial y necesaria. Así debemos amar a todo prójimo, pero de
distinta manera cuantitativa. Por ley natural se ama más a un hijo o a un amigo
que a un extraño o al enemigo, a quien hay que amarlo con amor de caridad por
amor a Cristo, pero no con la misma intensidad.
4 Amor al prójimo
El amor al enemigo no es un
consejo de perfección evangélica sino un precepto
universal para todos los hombres. Está claramente preceptuado en la Sagrada
Escritura. El motivo principal de
perdonar a quien nos ha ofendido es el ejemplo
del Señor que perdonó a quienes lo crucificaron con excusas antes de
morir: “Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen” (Lc 23, 34).
No se puede
excluir a nadie del amor al prójimo, ni siquiera al enemigo a quien hay que
amar como miembro del Cuerpo Místico de Cristo. Negando el perdón a nuestros hermanos, el corazón se cierra y se hace
impermeable a la misericordia de Dios. Así nos lo enseña la Iglesia en el
Catecismo de la Iglesia católica del Papa Juan Pablo II: “Al negarse a perdonar a nuestros hermanos y hermanas, el corazón se
cierra, su dureza lo hace impermeable al amor misericordioso del Padre; en la
confesión del propio pecado, el corazón se abre a su gracia” (Cat 2840). El amor al enemigo consiste esencialmente en no odiar
y no vengarse. Excluye dos cosas: el odio y la venganza en el corazón, términos incompatibles con el
perdón. Odiar no es lo mismo que sentir la ofensa en lo más íntimo del corazón,
ni tampoco exigir la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario