CICLO A 2013 - 2014
1 de Diciembre 2013 – 23 de
Noviembre 2014
PRIMER
DOMINGO DE ADVIENTO
CICLO A
“A la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre”
Adviento
La palabra adviento proviene del latín y en su sentido etimológico
significa venida o llegada de alguien o de algo bueno. Supone la espera de un bien, porque el mal no
se espera, no se quiere o se teme. En el imperio romano Adviento se utilizaba
para esperar la llegada de un personaje histórico o un acontecimiento singular,
que suponía un tiempo de intensa preparación. La Iglesia en los primeros
tiempos de su origen acopló la palabra adviento en la liturgia para significar
el tiempo de preparación para celebrar el solemne nacimiento de Jesús. Después de muchos
estudios y cambios en su evolución el Adviento quedó reducido a cuatro semanas,
que hasta hoy se mantiene después de muchos siglos.
Adviento en
una perspectiva teológica es un tiempo de preparación para la venida de Jesús
que está viniendo siempre a los fieles en la Iglesia con una presencia teológica de una acción buena
que se espera con ilusión, una presencia
sacramental de un sacramento que se va a recibir, principalmente el de la
Eucaristía. Cuando los cristianos
celebramos el sacrificio de la Eucaristía, Jesús resucitado y glorioso,
el mismo que está en el Cielo, viene a la Iglesia sacramentalmente en cuerpo,
sangre, alma y divinidad para ser alimento de las almas, objeto de adoración,
culto y compañía.
Estad
preparados porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
El Hijo del hombre, Jesucristo vendrá a la hora de
nuestra muerte, el día y la hora que menos pensemos, que nadie sabe. Será una
realidad sorprendente. La última venida será a la hora de nuestra muerte, y
después tendrá lugar el juicio particular con carácter eterno, en el que Jesús juzgará todos los actos de
nuestra existencia. Será de alegría,
temor, miedo o esperanza. De alegría
para los santos que esperan ver a Dios para gozar de Él eternamente, felicidad
total que no tiene parangón. Adviento es
la esperanza de la alegría; de temor
para los pecadores que dudaron en la tierra del premio o castigo; de miedo para los que sirvieron a Dios con
tibiezas, medianías, zozobras, miserias, debilidades y defectos; de misericordia para hombres y mujeres ignorantes de las cosas de Dios, que
cumplieron la ley natural moral con
sincero corazón; de equivocación
para los que vivieron la fe que
conocieron con buena voluntad y otros,
sin cuento, que por diversas causas, sin malicia, confundieron el bien por el mal, y serán juzgados por la ley de la recta
conciencia; de taras para los que
por diversas patologías no discernieron el
recto juicio del bien y del mal, que serán juzgados por la sabiduría misericordiosa de
Dios más que por la ley moral.
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