BIOGRAFÍA
Se podría decir que San Isidro Labrador es
uno de los santos canonizados por la Iglesia que pertenece al Silencio, pues
históricamente se saben muy pocas cosas de su vida.
No se conoce con exactitud el
año de su nacimiento, que se supone que tuvo lugar al final del siglo XI, el
año 1080 o 1082; ni tampoco quiénes
fueron sus padres ni el lugar seguro de Madrid donde nació, ni donde vivió
su niñez y juventud y ni cómo fue.
Parece que fue bautizado en la
antigua Parroquia de San Andrés. Murió el 30 de Noviembre de 1172, a los
noventa años de edad, y fue enterrado en el cementerio de la Parroquia. Su
cuerpo incorrupto se conserva en la Colegiata de Madrid. Goya tuvo el buen
gusto de pintarlo en una obra maestra que se conserva en la Biblioteca
Nacional.
La única biografía auténtica que
existe del santo fue la del franciscano Juan Diácono, escrita en latín en el
siglo XIII, siglo y medio después de su muerte: Vita Sancti Isidori. En ella se nos dice que fue un simple labrador
amante de Dios, cariñoso con los hombres e imitador muy diligente de la Sagrada
Escritura. Sus biógrafos posteriores destacan de él un profundo amor a la
Eucaristía, devoción a la Santísima Virgen y una gran caridad para con los
pobres. El papa Paulo V lo beatificó el 4 de Junio de 1619, y tres años más
tarde el 12 de Marzo de 1622 fue canonizado por el papa Gregorio XV quien afirmó “que nunca salió para su trabajo sin antes oír, muy de madrugada, la
santa misa y encomendarse a Dios y a su Madre Santísima”.
Se dice que trabajó como pocero
y bracero al servicio de la familia Vera en un lugar de Madrid, no conocido.
Cuando el ejército de almorávides tomó Toledo, se vio obligado a trasladarse a
trabajar a Torrelaguna (Madrid) donde contrajo matrimonio con Toribia, luego
Santa María de la Cabeza con quien tuvo un hijo llamado Illán, tenido también
por santo. Después regresó a Madrid y se puso a servir como agricultor en la
casa de la familia Vargas en cuyo humilde oficio de labrador ejercitó las
virtudes cristianas en el fiel cumplimiento cristiano de las obligaciones familiares,
laborales y sociales.
La tradición popular le atribuye
la fama de hombre de oración, piadoso, humilde, sencillo y trabajador incansable. De él se cuentan más de cuatrocientos
milagros. Muchos de ellos pertenecen más a la piadosa leyenda popular que a la
rigurosa Historia. Uno de ellos fue que
su hijo Illán se cayó a un pozo
de aguas profundas y se dice, entre otras versiones, que por intercesión de San
Isidro las aguas subieron a la superficie, y el niño que por ley natural
debería haber muerto, apareció completamente sano.
Es patrono de Madrid y de todos
los agricultores, y santo de devoción popular en todo el mundo. El Papa Juan
XXIII el 16 de Diciembre de 1960 le nombró patrono de los agricultores y
campesinos.
SANTIDAD DE SAN
ISIDRO
El santo es
una persona buena, divinizada por el bautismo, en el que recibió la gracia,
participación analógica de la Santidad de Dios, que perfeccionó con una vida de
oración, sacramentos y obras buenas. La bondad humana, potenciada por la gracia, es el fundamento sobre el que se construye el edificio de la
santidad de muchas maneras. Así
como cada persona es específicamente distinta, aunque tiene la misma naturaleza
humana, cada santo, teniendo la misma santidad esencial, es diferente con su propia santidad específica.
No hay ningún
santo en el Cielo exactamente igual a otro, como no existe tampoco en el mundo
ninguna persona exactamente igual a otra. En esto se demuestra la infinita
sabiduría de Dios, que nunca se repite en sus obras, cosa que nunca sucede en
la sabiduría de los hombres.
Al estar casado San Isidro y ser
padre de un niño ambos esposos santos tuvieron que superar las pequeñas
dificultades de la convivencia, medios muy eficaces para conseguir la santidad.
Cada uno tendría que aceptar con amor comprensivo los pequeños defectos
naturales de la manera de ser diferente
y santa del otro, sin que resultara
importante problema. Porque se querían mucho, ambos buscaban a Dios y
trabajaban por conseguir la carrera de la santidad. Las pequeñas trifulcas y
roces en familia se deben, en su mayoría, a la falta de mutua comprensión, de
humildad y sacrificio.
Al estar casado San Isidro y ser
padre de familia ejerció la comprensión en la santa comunidad familiar que
conlleva pequeños sacrificios de amor; en la comunidad laboral, al trabajar en
la agricultura de entonces a expensas
de un amo rico, cosa que en aquella época era casi una esclavitud, una
sumisión total a una autoridad despótica; tendría que soportar en silencio muchas injusticias sociales, el duro
trabajo primario del campo al amparo de las inclemencias del tiempo, sufrir la
dura convivencia con otros agricultores diferentes en ideas políticas y
religiosas, las circunstancias normales que suceden en la vida, y otras eventualidades
que surgen de manera imprevista en cada momento.
Podríamos
sintetizar la biografía de San Isidro
destacando en él una vida de oración habitual, humildad auténtica, sencillez naturalmente
virtuosa, silencio virtuoso y trabajo
santificador y apostólico. Esta manera de ser santo está al alcance de cualquier cristiano.
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