ASUNCIÓN DE MARÍA A LOS CIELOS
(Ciclo b, 15 de Agosto de 2012)
La Asunción de María a los cielos es una consecuencia lógica de la Inmaculada Concepción de María, concebida sin pecado, Madre de Dios, Virgen, y Corredentora del género humano. Si Cristo, Dios sin pecado, y Redentor, vivió, padeció, murió y resucitó, María, Madre de Dios, Virgen y Corredentora murió y resucitó. Es un dogma definido por el Papa Pío XII el 1 de Noviembre de 1950 con estas palabras: “La augusta Madre de Dios, misteriosamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad con un mismo decreto de predestinación, Inmaculada en su concepción, Virgen sin mancha en su divina maternidad, generosa socia del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sobre sus consecuencias, al fin como supremo coronamiento de sus privilegios fue preservada de la corrupción del sepulcro, y vencida la muerte, como antes por su Hijo, fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del Cielo”.
El Catecismo de la Iglesia católica de Juan Pablo II resume el dogma de la Asunción con las siguientes palabras: “La Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte. La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos” (Cat 966).
¿Murió la Virgen?
Históricamente no se puede demostrar la muerte de la Virgen María. El Papa en la definición dogmática intencionadamente rehusó pronunciarse en la fórmula dogmática sobre este tema.
¿María Santísima fue Asunta a los Cielos después de morir o fue trasladada a los Cielos en cuerpo y alma, sin pasar por el trance de la muerte, por medio de una transformación misteriosa de un cuerpo mortal a un cuerpo glorioso? La Tradición cristiana de la Iglesia y la Liturgia afirman desde el siglo III que la Virgen María murió. Algunos teólogos imaginan que la causa de la muerte de María pudo ser la enfermedad, cosa que les parece a ellos que no está en contra del dogma. Pero parece más probable que por ser Inmaculada y Corredentora pudo morir con dolor o sin dolor; con dolor de igual manera que Jesús que no murió por enfermedad, sino a consecuencia del dolor extremado que le causó la muerte por asfixia. Si hubiera muerto sin dolor, la muerte de María puede concebirse como una muerte repentina mediante el paso místico de la muerte a la Vida resucitada en cuerpo y alma. En este caso su cuerpo murió por la separación del alma, y pocos segundos después se unió a su cuerpo incorrupto, resucitó y fue Asunta a los Cielos. Hay una diferencia esencial entre la Ascensión de Jesucristo y la Asunción de María. Jesús subió a los Cielos por su propia virtud porque era Dios, mientras que María tuvo que ser Asunta a los Cielos por un poder divino, que pudo ser la agilidad que tienen los cuerpos gloriosos, por la que pueden moverse adonde quieran, trasladarse a sitios remotísimos y atravesar distancias fabulosas con la velocidad del pensamiento.
En resumen: Si Cristo para la Redención vivió como Dios, la Virgen María vivió como Madre de Dios. Si como Redentor murió con dolor, María como Corredentora murió con dolor o sin dolor. Si resucitó y ascendió a los Cielos en cuerpo glorioso, María resucitó y fue Asunta a los Cielos por el poder divino de la resurrección.
Tampoco se conoce el lugar donde fue enterrado el cuerpo virginal de María, aunque Jerusalén y Éfeso se disputan el honor de ser escenario de este singular y privilegiado acontecimiento.
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