Domingo vigésimo noveno
Tiempo ordinario, Ciclo c
20 de Octubre
La Sagrada
Escritura conduce a la salvación
En
la segunda lectura de la liturgia de la Palabra de este domingo, la Iglesia nos
propone un trozo de la segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo, de la que
elijo un epígrafe o sentencia para hacer un breve comentario: La Sagrada Escritura conduce a la salvación.
El
Hijo Unigénito del Padre, Palabra de Dios para el hombre, le reveló los misterios de la Santísima
Trinidad, la naturaleza de la Redención y los medios necesarios para conseguir
la salvación eterna por medio de los
profetas y evangelistas. Todo su contenido se encuentra en la Revelación
oficial de la Sagrada Escritura y
Tradición de la Iglesia. Dios revela también a ciertos santos o a personas
privadas algunos misterios o verdades, pero no son revelación pública y oficial
de la Iglesia, que terminó con la muerte del apóstol San Juan, si no privada,
no es fiable.
Los
profesores de las Universidades, Seminarios, Institutos, y Colegios de la
Iglesia son intérpretes de la Revelación enseñada oficialmente por el
Magisterio con explicaciones, sugerencias, pensamientos propios o de otros
autores. Toda escritura, inspirada por Dios, es enseñanza de la verdad sobrenatural que no conoce la sabiduría
humana; reprensión de los desordenes
morales; corrección de los pecados,
vicios y faltas; educación en el
ejercicio de la virtud y perfección
evangélica en el camino de la santidad. El hombre equipado perfectamente con
estas virtudes puede realizar toda obra buena.
La
lectura de la Palabra de Dios, aunque no se entienda, produce efectos
espirituales sorprendentes, porque tiene fuerza mística en sí misma. Santa
Teresa de Jesús se emocionaba algunas veces, cuando rezaba el breviario en latín,
que no entendía, como si el contacto con la letra inspirada tocara las fibras
del alma y le hiciera vibrar como las cuerdas de un violín, tocadas
magistralmente por un artista consumado.
Por la fuerza que tiene en sí misma la Palabra
de Dios, San Pablo a su discípulo Timoteo le mandaba: proclamar la Palabra de Dios, no como la recitación de una poesía o
una pieza magistral de oratoria, sino con la fuerza espiritual que contiene en
sí misma; insistir en la predicación
de la Palabra de Dios a tiempo o destiempo con cabeza y prudencia; reprender caritativamente y buenos
modales a los que se apartan de la Verdad; reprochar
con humildad y caridad con la Palabra a los cristianos que se apartan de Dios
por debilidad, ingenuidad o confusión y son moralmente recuperables; y exhortar con toda comprensión y
pedagogía a los que pueden ser
aconsejados en el progreso de la perfección evangélica, y no lo hacen por
desidia o falta de esfuerzo.
La
Sagrada Escritura es libro sagrado inspirado por Dios que juntamente con la
Tradición de la Iglesia contienen las verdades eternas que el hombre necesita
para ser feliz en la tierra con sacrificios y cruces y desembocan en el Cielo donde todo es
verdad, paz y alegría en el conocimiento pleno de Dios y visión y gozo por los siglos que no tienen fin.
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