Todos los Santos
1 de Noviembre
La Iglesia Católica celebra hoy la fiesta de todos los santos,
principalmente la de los que están canonizados por la Iglesia, y por extensión
también la de los beatos y mártires del Cielo que por circunstancias humanas,
providenciales, no han obtenido ni obtendrán el título eclesial de santos.
En
esta fiesta tan importante, tema tan difícil como apasionante, podríamos decir
que la santidad se extiende también a los cristianos, mujeres y hombres buenos
con sincero corazón en la presencia de Dios. Voy a tratar este documento en
cinco capítulos:
1 Santidad
2 Sagrada
Escritura
3 Clases de santidad
4 Suficiente en virtud de la
misericordia infinita de Dios
5 Vocación
de santidad en todos los estados de la vida
1 Santidad
La santidad para el cristiano no es una opción libre
que se elige; ni un privilegio para una casta de personas dotadas de cualidades
excepcionales, sino una obligación bautismal, si bien distinta en cada uno,
según sea la vocación a la que ha sido llamado por el Espíritu Santo y la
correspondencia personal. La santificación del cristiano es una vocación común
que nace del bautismo. No todos los cristianos están llamados al mismo grado de
santidad, de la misma manera que no todos los hombres, siendo iguales en
naturaleza, tienen las mismas cualidades
y dones naturales. Los santos tuvieron y tienen ciertos defectos
temperamentales, que no quitaron ni
quitan el brillo de su santidad, sino que con ellos hicieron que
resplandecieran la mayor gloria de Dios
y la omnipotencia de su sabiduría divina. Fueron para ellos gracias de
humillación, que no empañaron el brillo de su santidad. De la misma manera
que la luz del sol pasa a los recintos del interior, aunque los
cristales no estén totalmente limpios, así la luz de la gracia penetra en el
alma, aunque tenga defectos, pecados veniales
miserias y debilidades. Se puede decir genéricamente que el santo es el
cristiano, hombre normal, inteligente y libre,
que vive y muere en estado de gracia, sin pecado mortal.
El hombre creado por Dios es un ser esencialmente religioso, inclinado por instinto a su propio bien,
que en su última finalidad es Dios, su Creador.
Sucede que por diversas razones y circunstancias muchos hombres
confunden muchas veces el mal con el bien, por culpa del pecado original, que
estropeó la naturaleza humana, creada en
justicia y santidad, dejando en ella la concupiscencia, causa de todo pecado y
desorden. En este caso, el mal objetivo,
buscado y hecho por el hombre con buena intención, resulta en su conciencia un bien subjetivo, que solamente puede ser
evaluado por Dios, infinitamente sabio y poderoso, cuya misericordia ni
siquiera se puede imaginar.
La santidad consiste
esencialmente en la unión personal con Dios en la vida consagrada o en el
mundo. La gracia bautismal a la santidad es esencialmente la misma en todos los
cristianos, pero se hace personal en cada uno, en virtud de los dones que ha
recibido del Espíritu Santo y las obras que realiza, dependiendo de muchos
factores. Es como la luz eléctrica, que en su naturaleza es esencialmente la
misma, pero distinta en su potencia de vatios en cada bombilla.
2 Sagrada
Escritura
Son muchos los textos que existen en la
Sagrada Escritura sobre la santidad. Citamos algunos de los más clásicos:
Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad" (I
Tim 2,4).
"La voluntad de Dios es
vuestra santificación" (1 Tes 4,3).
"Sed perfectos, como
también es perfecto vuestro Padre Celestial" (Mt 5, 48).
"Sed santos en toda
vuestra vida, como es santo el que os ha llamado" (1 P 1,15).
"El que es santo siga
santificándose" (Ap 22,11).
"Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales.
Él nos ha elegido, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e
irreprochables a sus ojos" (Ef 1,3-4).
3 Clases de santidad
Haciendo un parangón con la evaluación que se estila
en la docencia, podríamos decir que existen santos de calificación suficiente, notable, sobresaliente y matricula de honor.
Santidad
suficiente
Obtienen la calificación de santidad suficiente aquellos cristianos que viven y mueren en
estado de gracia, sin pecado mortal, cumplen los mandamientos y practican las
virtudes de modo común con virtudes y
defectos. Quizás son o fueron nuestros padres, hermanos y amigos.
De
la misma manera que se consigue la sabiduría con errores, la salud y el
crecimiento físico con flaquezas corporales, la perfección espiritual se
desarrolla con debilidades y pecados. El cristiano puede ser santo, aunque
tenga defectos temperamentales, faltas e imperfecciones morales. La enfermedad
encierra una fortaleza misteriosa que no puede soportar el hombre sano. En la
debilidad del que trabaja por ser santo se realiza la fortaleza de la
omnipotencia de la gracia: "Te basta
mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad...porque, cuando soy débil,
entonces soy fuerte" (2 Co
12,9-10).
Si dejas la conversión para luego, corres el
peligro de no empezar nunca, pues mañana es tarde si puede ser ahora.
Las
equivocaciones de la vida son muchas veces aciertos de la Providencia de Dios.
No te tortures la conciencia sobre los pecados del pasado, ya confesados
perdonados, pues puedes repararlos con un presente de fervorosa vida cristiana.
Si has perdido el tiempo no habiendo
aprovechado las ocasiones de la santificación, arrójate con los ojos cerrados a
los brazos de Dios Padre, y no caerás en
el vacío.
¿Quiénes son los cristianos y hombres que no aprueban
el examen final de la vida? (Mt 25,31-46) ¡Misterio!
4 Suficiente en virtud de la
misericordia infinita de Dios
Existe en el mundo
una inmensa mayoría de hombres y mujeres que se salvan o santifican en virtud
del misterio de la misericordia infinita de Dios, por medios que desconoce la
teología católica y la ciencia religiosa humana. Dios aprueba con un
“cinquillo”, por los pelos, en virtud de su infinita misericordia, a muchísimos
cristianos, no practicantes, que no cumplen estrictamente la Ley de Dios ni de la Iglesia, ni ejercitan
las virtudes cristianas, según la teología de la gracia, pero hacen el bien, según ellos entienden y saben,
cuya evaluación moral sólo Dios juzga. El Espíritu Santo activa en ellos la
santidad excepcional, basada en la bondad humana, que hace las veces de gracia;
y también aprueban, de manera singular, millones de hombres, mujeres y
religiosos de otras religiones, no católicas, que viven su fe con sincero
corazón, cumpliendo y viviendo la fe que ellos conocen o conocieron; y un
número impensable de hombres que hacen
el bien o hicieron, según ellos entienden en su recta conciencia.
Santidad
notable.
Consiguen la calificación notable en la santidad aquellos
cristianos que, además de vivir la santidad suficiente, cumplen notablemente
los mandamientos y practican las virtudes con defectos temperamentales,
difícilmente corregibles, que sirven como
humillaciones para el conocimiento propio y comprensión de los demás. Estos defectos
ofenden más a los hombres que a Dios.
Santidad sobresaliente.
Muchos santos, en número
inimaginable, que pisan tierra o gozan la eternidad del cielo, alcanzaron la
calificación de sobresaliente, porque viven o vivieron la santidad en
grado sumo.
Santidad matricula de honor
Hay en el cielo y en la tierra bastantes santos de categoría de
santidad sobresaliente, que en virtud de la gracia excepcional de Dios y el
ejercicio de sus obras eminentes obtienen la calificación de matricula de honor, que suelen ser los
grandes fundadores, de fama universal, destinados por Dios para el bien de la
Iglesia y de todos los hombres del mundo.
5 Vocación
de santidad en todos los estados de la vida
El Concilio Vaticano II en la Constitución dogmática sobre la Iglesia
nos dice:
"El Espíritu Santo
reparte entre los fieles gracias de todo género, incluso especiales, con que
nos dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos
para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia, según aquellas
palabras del apóstol San Pablo: "A cada uno se le otorga la manifestación
del espíritu para común utilidad" (LG 12).
La carrera que el cristiano tiene que
cursar en su vida para obtener en la otra vida la calificación mínima, al menos
la de suficiente, es la de la santidad. La felicidad eterna del Cielo es
esencialmente la misma para todos los que obtuvieron calificación diferente,
porque todos ven y gozan de Dios totalmente en su plenitud, sin que exista
entre ellos emulación ni envidia, porque cada uno está revestido con la gracia
gloriosa que necesita. Valga un ejemplo. Si en una familia de distintos tamaños
de cuerpo, cada uno está vestido a medida con la misma tela, todos estarán
igualmente contentos, sin que haya entre ellos emulaciones ni envidias, porque
cada uno tiene la misma tela en la cantidad que necesita para ser feliz.
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