El año litúrgico no es como
el año civil. Empieza el primer domingo de Adviento y termina en la fiesta de
Cristo Rey.
El Verbo,
Jesucristo, es Rey por el título de Creador y Redentor
En el capítulo primero del
evangelio de San Juan se dice que por medio del Verbo, se hizo todo y sin Él no
se hizo nada de cuanto se ha hecho. (Jn, 1,2). El Verbo es el Hijo de Dios, Padre, la segunda
Persona de la Santísima Trinidad. Si el Verbo creó todo lo que existe, es
Dueño y Señor de todo lo creado y Rey de todas las cosas, que gobierna con
sabiduría y bondad. Luego el Verbo es Jesucristo, Rey, por el título de Creador
y su reino diferente a todos los reinos de la tierra, que no tiene
parangón con ninguno de este mundo.
El Pueblo de Dios en el Antiguo Testamento es figura
de la Iglesia que fundó Jesucristo
A grandes rasgos y en una
perspectiva histórica se puede decir que el Reinado de Cristo empezó en
su origen con Abrahán en la formación del Pueblo de Dios, en el Antiguo
Testamento. Después fue evolucionando lentamente en la época de los patriarcas
en ascenso de perfección; y por fin el pueblo de Dios se consolidó con los
profetas que anunciaron características genéricas muy precisas sobre Cristo Rey
del Universo y Redentor con detalles sobre la pasión y muerte, que parece han
sido descritos por reporteros, testigos directos, sobre todo por el profeta
Isaías.
Cuando llegó la plenitud de
los tiempos, el Hijo de Dios encarnó en las entrañas purísimas de la Virgen
María por obra del Espíritu Santo, y empezó a existir Jesucristo, Cristo Rey.
Nace Jesucristo y empieza la Historia de la salvación, la Iglesia, un
reino eterno y universal, el reino de la verdad y la vida, el reino de la
santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz, como lo
define el prefacio la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
Clases de Iglesia
Hay tres clases de
Iglesia: Terrestre, es aquella que fundó Jesucristo y terminará al
fin de los tiempos, cuyas características están explicadas en el decreto del
Concilio Vaticano Lumen getium; Purgante la que
padecen las almas en el Purgatorio en un estado de
purificación antes de pasar al Cielo y terminará al fin del mundo con la
resurrección de los muertos; y Celeste que es el Cielo donde
están los santos, beatos, venerables, siervos de Dios y santos del silencio
desconocidos por el mundo viendo y gozando de la divinidad de la Santísima
Trinidad con la alegría de la plenitud del gozo que sacia totalmente las
exigencias de felicidad de todo el ser. Y, por fin, vendrán los Nuevos
Cielos y la Nueva Tierra, que es el final del drama de toda la creación salvadora
por toda la eternidad, cuya naturaleza no se puede ni imaginar.
Jesucristo además de ser Rey,
distinto de todos los reyes de la tierra, es Redentor porque redimió a todos
los hombres del pecado con el misterio pascual: pasión, muerte y resurrección.
Hoy celebramos la fiesta de Cristo Rey y Redentor, y nosotros somos
no súbditos de su Reino sino hijos de Dios, redimidos por Cristo Rey.
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