La
Sagrada Familia compuesta por la Virgen María, San José y el Niño
Jesús, es la Trinidad de la Tierra. Llevó durante su tiempo
histórico de treinta años una vida oculta, sencilla y ordinaria,
sin grandes acontecimientos. María en su papel de Madre de Dios y de
todos los hombres, Corredentora del género humano no hizo otra cosa
siempre que hacer bien y con amor divino lo que tenía que hacer en
una vida ordinaria; su castísimo esposo San José, que colaboró en
la Redención, como esposo de la Virgen María y padre legal del Niño
Jesús, con su oración y trabajo común de un simple obrero; y por
fin Jesús, divino obrero, como Redentor principal redimió al mundo
en tres etapas: vida oculta durante treinta años, casi toda su vida,
dedicado a la oración, al trabajo común de la vida ordinaria en
obediencia, dando a este género de vida categoría sobrenatural,
corredentora.
El
evangelio nos ha facilitado pocos datos para conocer la infancia de
Jesús. Desde la vuelta de la Sagrada Familia de Egipto a Nazaret,
solamente conocemos el episodio del Niño Jesús, perdido y hallado
en el templo a los doce años. El resto de su vida hasta los treinta
años hay que imaginarla, pensando en un niño, un joven y un adulto
de categoría de superdotado, como si fuera un niño un joven y un
adulto normal, sin parecer que era Dios. La vida pública de Jesús
duró tres años, dedicado a la predicación del evangelio y
realización de milagros para testimoniar su misión redentora en el
mundo; y la tercera etapa fue de pasión, muerte y resurrección que
duró tres días.
Pablo
VI definió la vida de la Sagrada Familia en la siguiente frase
proverbial que voy a reseñar: “Nazaret
es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la
escuela del Evangelio. Es una lección de silencio, de vida familiar,
de trabajo”. (Pablo VI,
05-01-1964).
Entre
los tres miembros de la Sagrada Familia existía una perfecta y santa
armonía con pequeños sacrificios por la manera santa de ser de cada
persona la convivencia y dificultades de la vida, que eran aceptados
y comprendidos con el amor caritativo, que todo lo comprende y
diviniza, y sabiendo que lo que ocurre es obra de Dios para bien de
su gloria y de los hombres, dentro del misterio de la salvación.
De
la vida de San José y
de la de la Virgen María no se sabe nada históricamente. Es objeto
de la piadosa imaginación para la oración personal y comunitaria,
digna de ser imitada, sabiendo que su valor es infinito, santificador
y redentor.
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