sábado, 7 de diciembre de 2019

Segundo domingo de Adviento. Ciclo A


            “Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos”


El evangelio de este domingo nos expone la figura del profeta San Juan Bautista, el precursor del Mesías, que profetizó con precisión histórica en rasgos generales la conversión, tema que voy a  tratar en este capítulo.

¿Qué es la conversión?

La conversión en sentido cristiano es cambio de vida espiritual: de una vida de infidelidad a una vida de fe; de una vida de pecado a una vida de gracia; de una vida de gracia a una vida de santidad en diversos grados. Todos los cristianos hasta, los mismos santos, tenemos que convertirnos en virtud del bautismo perfeccionando cada día más nuestra vida cristiana. La conversión  proviene inicialmente de la gracia del Espíritu Santo y consecuentemente de la colaboración del hombre consciente y libre  en cualquier edad y estado de la vida civil en que se encuentre. Todos los demás hombres, no cristianos,  tienen también que convertirse por las suplencias del bautismo,  en virtud de la omnipotente sabiduría infinita y misericordiosa  de Dios.  


            Medios cristianos para la conversión

            Son muchos los medios que tenemos para convertirnos: cristianos y no cristianos. Los cristianos: la oración que es el trato personal con Dios, como cada uno sabe y puede, y no como quiere, con miserias, debilidades, distracciones, cualidades, virtudes y defectos. La oración es la omnipotencia del hombre que diviniza y cambia su debilidad en fortaleza para conseguir la vida sobrenatural, que el hombre no puede con sus propias fuerzas naturales.     La oración siendo  también un acto humano es valiosa y fructuosa, aunque se haga con involuntarias distracciones.  El cocinero mientras prepara la comida con idas y venidas de su imaginación por muchos sitios hace  comidas ricas y apetitosas. Orar en subido éxtasis, en alta contemplación, como Santa Teresa de Jesús es una exclusiva de determinados místicos. También se hace oración con el examen de conciencia,  escuchando la palabra de Dios. Si no nos asesoramos de maestros experimentados o santos hacemos caso a un tonto que se tiene por listo.


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