martes, 1 de marzo de 2022

Miércoles de ceniza. Ciclo C

 

Intentaré exponer el tema CUARESMA con cierta  lógica coordinada en cuatro puntos: Origen, estructura, naturaleza, temario: oración y penitencia.

 

Origen

Desde los primeros siglos del cristianismo se observó en la Iglesia la práctica de la oración y penitencia en todo tiempo, como una norma evangélica de vida cristiana. En el seno de las primeras comunidades cristianas fue extendiéndose progresivamente el espíritu cuaresmal de oración y penitencia, observándose prácticas que dictaban los obispos para los fieles de sus diócesis. No se sabe cuándo ni cómo surgió la Cuaresma propiamente dicha para todos los fieles de la Iglesia universal. Las primeras alusiones directas  aparecieron en Oriente, a principios del siglo IV, y en Occidente a fines del mismo siglo, según los expertos historiadores de la Liturgia.  A lo largo de la Historia de la Iglesia se fue configurando el año litúrgico, dando primordial importancia, como tiempos fuertes de oración y penitencia, al Adviento, como preparación al nacimiento de Jesús, y a la Cuaresma, como preparación intensiva para la Pascua de Resurrección.

Desde hace siglos, la Iglesia ha ido cambiando  la celebración de la Cuaresma, quedando sustancialmente estructurada desde hace tiempo como la de hoy con variantes accidentales, adaptadas a los tiempos.

Estructura

La Cuaresma empieza el miércoles de Ceniza y termina  justo antes de la “Misa del Señor” en la tarde del Jueves Santo.

 La ceremonia del miércoles de ceniza se celebra dentro de la celebración de la Eucaristía con la imposición de ceniza, elaborada de la quema de los ramos del domingo de Ramos del año anterior. Significa el origen del hombre y su fin: polvo, y la caducidad de su vida.  La impone el celebrante sobre la cabeza o frente de los fieles con estas palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio o Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”.

 El tiempo de Cuaresma es de cuarenta días. Está figurada en varias referencias bíblicas: en los cuarenta días que duró el diluvio, en los cuarenta años que duró la travesía del pueblo de Dios desde Egipto a Palestina, la tierra prometida y, sobre todo, en  la cuarentena que Jesús pasó en el desierto  en ayuno y penitencia preparándose para la vida pública. Comprende seis domingos, contando el domingo de Ramos. 

Naturaleza

La Cuaresma ha tenido siempre en la Iglesia un carácter especialmente bautismal de penitencia, porque es una Comunidad bautismal-penitencial-eclesial. Los cristianos de los primeros siglos se bautizaban en cuaresma, se acercaban al sacramento de la Penitencia, y los grandes pecadores, apartados de la Iglesia por sus pecados graves, eran reinsertados a ella por el sacramento del perdón,  principalmente en la Vigilia Pascual.

         Temario: oración y penitencia

El tema central de la Cuaresma es  la conversión de todos los fieles: la de los pecadores a la vida de gracia, la de los buenos a la vida de la santidad,  y la de los santos a una santidad en la  mayor perfección posible, porque todos los cristianos tenemos que convertirnos.

El Concilio Vaticano II ha estructurado la Cuaresma como un tiempo especial de oración, de intensa escucha de la Palabra de Dios y penitencia, con una orientación pascual-bautismal (SC 109).  Es el tiempo de una experiencia oficial en el misterio pascual de Cristo: “Padecemos juntamente con Él, para ser también juntamente glorificados” (Rm 8,17).  Podríamos decir que es para toda la Iglesia como unos ejercicios espirituales intensivos de cuarenta días en los que los fieles imitan el ejemplo de Cristo en toda su vida, principalmente en su pasión y muerte, para celebrar la Pascua de Resurrección, con miras a nuestra resurrección al final de los tiempos.

La cuarentena penitencial es un tiempo especial para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las privaciones voluntarias (ayuno, limosna, comunicación cristiana de bienes, obras caritativas y misioneras) (Cat 1438) y las peregrinaciones, como signo de penitencia. Se recomiendan reuniones de oración, celebraciones de la Eucaristía, del sacramento de la Confesión y celebraciones de la Palabra, la práctica de la penitencia o mortificación con equilibrio y el ejercicio voluntario del sacrificio en todas las ocasiones de la vida ordinaria. Es decir, la cuaresma para un cristiano es un tiempo de gracia en el que tiene que empeñarse en que toda su vida sea orante y operativa con especial intensidad que en otros tiempos litúrgicos.  Enunciamos las penitencias que se deben observar siempre, pero especialmente en Cuaresma, por mandato de la Iglesia.

Penitencias obligadas

La primera penitencia obligada para todo cristiano es cumplir la ley penitencial que manda la Iglesia:

 “En la Iglesia universal son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de Cuaresma (c 1250).

Actualmente el ayuno y la abstinencia se guardarán solamente el miércoles de Ceniza y el viernes Santo.

El ayuno obliga a todos los cristianos mayores de edad (18 años) hasta que hayan cumplido cincuenta y nueve (c 1252).

La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años.

La abstinencia de carne se puede cambiar en los demás viernes del año por un acto de piedad, de caridad o limosna, pero no en los viernes de Cuaresma. La penitencia de abstención de carne es principalmente la obediencia a la Iglesia, más que no comer carne. 

Además es muy buena, y en cierta manera necesaria, la penitencia libre del sacrificio voluntario de aprovechar todas las ocasiones imprevistas que se presenten, incluso buscarlas, para ofrecer a Dios pequeñas penitencias, que valen mucho para reparar los pecados propios y ajenos, santificarse y santificar a todos los miembros de Cuerpo Místico de la Iglesia. Las penitencias importantes no se deben usar sin el consejo del confesor, o como esté establecido en las reglas o constituciones de un Instituto u obra aprobada por la Iglesia. 

Principales penitencias

Voy a enumerar sin explicación alguna las principales penitencias que causan paz, felicidad en la Tierra y garantizan el Cielo:

  •     Recibir con frecuencia el sacramento de la Penitencia
  •   El cumplimiento del deber.
  •   La aceptación total de sí mismo en la carencia o limitación  de las cualidades;
  •   La humillación de los propios pecados que se repiten.
  •   La renuncia constante a la propia voluntad caprichosa.
  •   La guerra declarada al egoísmo.
  •   El sacrificio costoso de la convivencia familiar, laboral, social y amistosa.
  •   La aceptación de todos los acontecimientos que suceden y no se pueden remediar. 

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