Figuras de
la iglesia
En la
Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento, la Iglesia a la que
pertenecen todos los hombres del mundo, de diversas maneras, especialmente los
bautizados, está figurada por varios símbolos, tomados de la vida
pastoril, de la agricultura, de la construcción, de la familia y de los
esponsales: redil (Jn 10,1-10); grey, cuyo pastor
es el mismo Dios (Is 40,11; Ez 34, 11ss); agricultura o
arada de Dios (1 Cor 3,9); edificación de Dios (1
Cor 3,9); casa de Dios (1 Tim 3,15) en la
que habita la familia, habitación de Dios en el Espíritu (Ef
2,19-22); tienda de Dios con los hombres (Ap 21,3); templo
santo; Jerusalén de arriba y madre nuestra (Gál 4,26), Pueblo
de Dios, entre otros, y, sobre todo Cuerpo místico de
Cristo (L.G. 6)
El cuerpo humano, analogía del Cuerpo Místico
La Iglesia, que es Cristo, es un
cuerpo moral, no humano ni eclesial, como por ejemplo el cuerpo moral de los
diputados de un Gobierno, ni el cuerpo diplomático del Vaticano, ni
el cuerpo eucarístico de Cristo, sino es un cuerpo moral, pero místico
o misterioso, realidad sobrenatural que trasciende todos los conceptos
humanos. San Pablo nos explica este misterio revelado comparándolo
analógicamente con el cuerpo humano. “Lo mismo que el cuerpo es uno y
tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos,
son un solo cuerpo, así también es Cristo. (1Cor 12, 12-13).
El cuerpo humano es un organismo
que tiene cabeza y miembros, y todos ellos reciben de la cabeza toda la
vida y actividad. Unos miembros son más necesarios o útiles que otros, pero
cada uno, por pequeño que sea, realiza su propia función con plena conexión con
los demás en bien de todo el cuerpo. Así Cristo, Dios humanado,
Cabeza del género humano, como Redentor, comunica a todos lo
hombres la vida humana y espiritual, principalmente a los bautizados por
medio de la Iglesia; a los creyentes de cualquier confesión
religiosa por su fe que viven con buena voluntad; y a los no creyentes por
la recta conciencia del bien obrar, circunstancias que sólo Dios valora.
Cristo comunica a los bautizados
la vida sobrenatural por medio de los sacramentos: Por el Bautismo los
hace cristianos, hijos de Dios para formar parte de la Familia de la Santísima
Trinidad; por la Confirmación les regala la
fortaleza del Espíritu Santo para vivir la fe, luchar contra el
pecado y conseguir la santificación; por la Penitencia concede
la vida sobrenatural a los que han perdido la amistad con Dios por el
pecado mortal, y a los que la han enfriado por la tibieza el vigor espiritual;
por la Eucaristía los alimenta con el cuerpo y la sangre de
Cristo para que sean cristificados en orden a la vida eterna con miras a la
resurrección; por la Unción de Enfermos les da el
salvoconducto para la vida eterna a los que mueren en el Señor; por
el Orden Sacerdotal comunica a algunos cristianos
especiales el sacramento de los poderes de Cristo para predicar la Palabra de
Dios, administrar los sacramentos, dirigir comunidades cristianas; y por
el Matrimonio consagra a los esposos para propagar la
especie, complementarse con comprensión y sacrificios y ayudarse mutuamente.
Cristo comunica también su
gracia a todos los bautizados por medio de la oración, del cumplimiento del
deber, del ejercicio de virtudes y de la vida ordinaria santificada.
Intercomunicación
de actos en los miembros del cuerpo místico
Todos los actos de cada uno de
los miembros del Cuerpo Místico de la Iglesia, aunque son principalmente
personales, a la vez son comunitarios en bien de todos. Cuando alguien
hace un bien o un mal a cualquier miembro del Cuerpo Místico de la Iglesia, se
lo hace a sí mismo y a todos los miembros. “Y si un miembro
sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con
él. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un
miembro” (1 Cor 12,12-27).
Llevada esta doctrina hasta las últimas consecuencias, merece la pena hacer el bien para santificarse y santificar a todos los miembros la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo; y, por el contrario, no hacer el mal a nadie para no hacerse mal a sí mismo ni a ninguno de los miembros de la Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario