sábado, 1 de diciembre de 2018

Primer Domingo de Adviento. Adviento. Ciclo C

ADVIENTO

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C
2 de Diciembre de 2012
“Cuando Jesús nuestro Señor vuelva, os presentéis santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre”.

En el primer domingo de Adviento, ciclo C, en la segunda lectura del apóstol San Pablo  a los Tesalonicenses  se nos manda pedir al Señor que “nos colme y nos haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, y nos fortalezca internamente, para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva, acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre” (1 Tes 3,12).
Con estas palabras la Iglesia nos invita a vivir el adviento santamente con amor mutuo y fortaleza espiritual para presentarnos santos e irreprochables ante Dios, nuestro Padre en el tiempo de Adviento y durante toda la vida para celebrar la Navidad litúrgica y la eterna en el Cielo.
En este documento voy a tratar sucintamente el tema  del Adviento en cinco consideraciones: Adviento en sentido profano, origen del adviento, adviento del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, Adviento litúrgico y distintos advientos cristianos
            Adviento en sentido profano
La palabra adviento proviene de la palabra latina adventus que significa venida o llegada. Es el tiempo de espera de la llegada de una persona o de un acontecimiento.
En la época romana del tiempo de Jesucristo, el adviento era un tiempo de preparación para la venida de un Emperador o de un personaje importante, durante el cual se hacían muchas obras y reformas: se construían caminos, se allanaban baches en las carreteras para preparar el paso por donde tenían que pasar los ilustres visitantes esperados, y se programaban diversos actos para celebrar el solemne acontecimiento.
En los tiempos inmediatos a la venida del Mesías, Juan Bautista utilizó el estilo romano de adviento para anunciar la venida del Mesías, el Señor, invitando al pueblo judío a prepararse a este acontecimiento mediante la conversión: “Allanad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías, convertíos y preparad el camino para la venida del Señor, el Mesías” (Mt 3,1-2; 4,17; 10,7). 
Origen del adviento cristiano
El origen del Adviento es casi desconocido en la historia de la liturgia de la Iglesia. Parece que desde finales del siglo IV y durante el siglo V en España y Francia los cristianos empezaron a celebrar el tiempo de adviento con una intensa vida de oración y penitencia. En Francia, por normativa del Concilio de Tours, los monjes se preparaban para la Navidad ayunando todos los días del mes de Diciembre, intensificando su vida de piedad y penitencia. Los clérigos, y probablemente bastantes fieles ayunaban y cantaban el oficio divino tres días por semana: lunes, miércoles y viernes, desde el 11 de Noviembre, fiesta de San Martín, hasta Navidad. Con el decurso del tiempo el adviento revistió un carácter tan oracional y penitente que llegó a considerarse como una segunda cuaresma; y se celebraba en un tono gozoso, lleno de esperanza inefable ante la venida litúrgica de la Navidad con proyección escatológica. El tiempo del adviento en concreto fue muy variado, duraba desde cinco a seis semanas. Pero durante el pontificado de S. Gregorio Magno, el año 604, el adviento quedó definido en cuatro semanas o domingos, tal como se celebra hoy, aunque la liturgia de la Palabra varió mucho en el paso de los siglos.

La Historia de la Iglesia se puede conceptuar en dos advientos distintos: el adviento del Antiguo Testamento y el del Nuevo Testamento.

Adviento del Antiguo Testamento
El adviento del Antiguo Testamento empezó en el mismo momento en que el primer hombre, Adán, pecó, a quien Dios después de castigarle quitándole  el estado original, sobrenatural y preternatural en que lo creó, hizo la profecía de la venida o adviento del Mesías, Redentor en  el protoevangelio en términos enigmáticos, como explican los teólogos bíblicos: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre su descendencia y su descendencia: esta te aplastará la cabeza, cuando tú hieras el talón” (Gn 3,13).    Esta promesa fue interpretada por el Pueblo de Dios, por inspiración divina, desde el principio, como profecía mesiánica, y propagada oralmente hasta que se constituyó el antiguo Pueblo de Dios con Abrahán. A partir de esa época surgieron muchas profecías escritas en la Biblia: en el tiempo de los patriarcas, en los salmos y profetas en varias etapas hasta que llegó la plenitud de los tiempos,  cuando  el Hijo de Dios, la segunda  Persona divina de la Santísima Trinidad encarnó en las entrañas purísimas de la Virgen María y asumió de ella la naturaleza humana, quedando Jesucristo,  Dios y hombre verdadero, Redentor del pecado del hombre. Nacido virginalmente de Santa  María Virgen, vivió treinta años oculto en Nazaret, dedicado a la oración y a la vida ordinaria en obediencia realizando la redención; después durante tres años predicó el Evangelio en vida pública con milagros para demostrar que Él era Dios e instituir la Iglesia; y, por fin, padeció, murió en la cruz, resucitó y ascendió a los Cielos con la promesa de volver al fin de los tiempos. Y terminó el adviento del Antiguo Testamento.
Adviento del Nuevo Testamento
            El adviento del Nuevo Testamento empezó después de la Ascensión de Jesús a los Cielos. Cuando Jesús desapareció de la vista de los apóstoles, dos ángeles,  revestidos en figura de hombres blancos, les anunciaron la segunda y definitiva venida de Jesús al fin de los tiempos que vendrá a consumar eternamente la Obra de la Redención con estas palabras aseverativas: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al Cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al Cielo, volverá como le habéis visto marcharse. (Hch 1,8-11).
¿Cuándo y cómo aparecerá Jesús?
En el prefacio tercero de Adviento se nos anuncia, de manera genérica, la venida de Jesús con estas palabras: “Cristo, tu Hijo, Señor y Juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y gloria, sobre las nubes del Cielo. En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la nueva tierra”. Entonces Cristo Rey juzgará a todos los hombres y consumará el misterio de la redención humana, entregando al Padre un reino eterno y universal. (Cat 2816-2821). 

Los cristianos del siglo I creyeron firmemente que la segunda venida del Señor iba a ser un acontecimiento inminente, como aparece claramente en la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses (2 Ts 2,1-3).  Pero “el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del Cielo ni el Hijo del hombre, sólo el Padre” (Mc 13,32).

            Adviento litúrgico
La Iglesia celebra el Adviento litúrgico en cuatro semanas antes de Navidad con perspectiva personal de la venida del Señor a la hora de la muerte de cada hombre  con sentido escatológico del fin de los tiempos.
Distintos advientos cristianos
Cada cristiano debe vivir el adviento personal preparándose   para la navidad del Señor a la hora de su muerte con el adviento sacramental para la navidad de la gracia en cada sacramento, principalmente en el de la Eucaristía, en el que nace sacramentalmente Jesucristo resucitado y glorioso, y en cada sacramento en el que nace su gracia; con  el adviento teológico durante todo el año litúrgico con el fiel y riguroso cumplimiento de la Ley de Dios, la aceptación de la cruz que sucede, aceptada y ofrecida a Dios, la  oración, la penitencia, la caridad, y  cada obra buena que haga para celebrar la Navidad litúrgica en el tiempo la eterna en el Cielo.   
  La Iglesia pide la venida gozosa y esperanzadora del Señor en su Reino en la celebración de la Eucaristía, después de la consagración del pan y del vino, cuando el celebrante anuncia al pueblo: Este es el sacramento de nuestra fe; y el pueblo responde: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor, Jesús! Y los cristianos también pedimos la venida del Reino cuando rezamos el padrenuestro: “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.
Cuando las realidades de este mundo terminen, y toda la creación haya sido renovada, ya no habrá adviento, porque  todo será Navidad eterna, visión  y gozo de Dios con plenitud de felicidad totalmente desconocida humanamente, que satisfará en plenitud las aspiraciones inimaginables del ser humano

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